GEORGINA HUDSON

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Adictos a la preocupación

Hola …. ¿Qué tal?

Hoy vamos a enfocarnos en la adicción a preocuparnos que solemos experimentar. No nos vamos a referir a la preocupación desmedida que deviene en ansiedad y pánico sino a todos esos pensamientos obsesivos que nos hacen padecer diariamente por una cosa o por la otra y que nos quitan potencia.

Cuentas por pagar, fechas de entrega, trabajos que en verano bajan su caudal, hasta comentarios que hicimos o que nos hicieron que nos dejaron pensando y afectados.

Puedes oír el podcast con este reproductor, o si prefieres la lectura tienes debajo una versión escrita. ¡Que lo disfrutes!

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PODCAST: Adictos a la preocupación Georgina Hudson

Nuestro cerebro está diseñado para ver el vaso medio vacío, está siempre súper vigilante preparándose para salir ileso del próximo golpe y mantenernos a salvo. Es muy importante estar equipados para esos momentos que la preocupación y el estado de alerta se apoderan de nosotros porque de otra manera nuestra energía baja estrepitosamente. Hay un trabajo muy profundo para hacer y así poder llegar a la causa raíz de nuestra preocupación, y una vez allí es importante nutrirnos con todo lo que está a nuestro alcance para cortar ese hábito tan dañino que es la preocupación serial. Rick Hanson, neurocientífico, nos dice

“La forma en que te sientes y actúas está determinada por tres factores: los desafíos que enfrentas, las vulnerabilidades que estos desafíos hacen acrecentar y las fortalezas que tienes para enfrentar esos desafíos y proteger tus vulnerabilidades. Por ejemplo, el desafío de un jefe crítico se intensificaría por la vulnerabilidad o propensión de una persona a la ansiedad, pero él o ella podría hacer frente a esta situación recurriendo a las fortalezas internas de auto-calmarse y sentir cuan respetado es por los demás.”

Rick Hanson

Claro que es mucho más fácil decirlo que hacerlo, cuando alguien me cuenta que está mal porque le preocupa que pensarán sus colegas por la forma en que puso un límite y le empieza a dar vuelta a la situación en su cabeza hasta quedar sumido/a en un estrés insoportable, yo no puedo ordenarle cómo responder o indicarle qué recurso interno usar. Es aquí donde empieza el trabajo profundo, al final de éste las respuestas se le manifiestan solas al consultante.

1. La preocupación se manifiesta en el cuerpo

En mi experiencia lo primero que invito a hacer es a ponerse en contacto con esa preocupación y como se manifiesta en el cuerpo. ¿Dolor? ¿Presión? ¿Agitación? ¿Dónde? Y luego la pregunta es ¿Qué te quieren decir esas sensaciones? ¿Qué te está susurrando el cuerpo? Si pensamos en alguien que fue asertivo en poner un límite y luego se machaca porque lo hizo, lo primero es permitirse sentir el malestar en el pecho o el dolor de cabeza o de panza. Luego escuchar los mensajes que traen esas sensaciones. Ej: “te estás preocupando porque no sabes si te seguirán queriendo. Te duele no saber si les agradarás a los demás. Temes volver a la oficina y que te miren de soslayo y con suspicacia”

2. Cuestionar la preocupación

El primer paso entonces cuando nos encontramos enredados en nuestra preocupación es contactar con ésta a nivel corporal y luego llamarla por su nombre. Ej. Siento miedo a ser rechazado, a no ser amada, a no ser lo suficiente, a no tener lo suficiente para …, al fin de esta etapa, etc. etc. Acto seguido la invitación es a hacernos una pregunta simple “¿es tan así? ¿Esto es real o un cuento que me estoy contando?” La realidad es que la situación en tu trabajo estaba escalando y te encontraste en un punto donde tuviste que decir “hasta aquí llegamos, así no podemos seguir”. La fantasía que te preocupa y que te deja entrampado es que por los demás van a pensar que eres una persona horrible y desdeñable.

Un ejemplo

Tus hijo pequeño te dio una nota donde la maestra te pedía que compres una lista de materiales, tú tenías tantas cosas en la cabeza cuando la leíste que se te olvidó ir a hacer la compra. Al día siguiente a media jornada te acordaste y te sentiste la peor madre de mundo, te preocupaste porque pensaste que tu hijo sería el único sin sus materiales, te lo imaginaste mirando a los otros que sí llevaban todo, y encima pensaste todas las maneras en que la maestra te criticaría por tu olvido. 

Empieza el proceso otra vez ¿qué siento a nivel corporal? ¿qué me quiere decir este malestar? Siento dolor en … ejemplo “la base de la garganta”. El cuerpo me dice que necesito…., ejemplo “pausar y estar presente” o “Me cuesta conectarme con el aquí y ahora, vivo tan a tope que se me olvidan las cosas” ¿Qué es real en esto? Me olvidé de comprar la lista de materiales. Tenía muchos asuntos que resolver ¿Qué cuento te estás contando? ¿Qué fantasía te estás comprando? La mentira de que eres una mala madre porque las buenas madres no se olvidan de las cosas. Te estás preocupando pensando que la maestra no tendrá la compasión necesaria para ver que un olvido le ocurre a cualquiera.

3. Pregúntate

Y cuando llames las cosas por su nombre y separes lo que es real de lo que no (y que te dejo sumida/o en esa preocupación), pregúntate ¿qué necesito? ¿Qué me nutriría? ¿Un abrazo? ¿Un descanso? ¿Una mirada más compasiva? ¿Más amabilidad hacia mi misma? ¿Hablar con amigos/as? ¿Qué necesito visceralmente? Es en esto momento donde pueden llegar a brotar las lágrimas porque te descubres humana/o, y es en ese momento donde te encuentras exactamente donde estás donde las respuestas aparecerán. Solo haciendo esta pausa sagrada saldremos del trance de la preocupación.

El ejercicio de los 10 años

Me gustaría invitarte a pensar en una situación que te resultó acuciante en el pasado, en la cual te preocupaste más de la cuenta, te has estresado y amargado, y donde luego nada de lo que imaginaste se hizo realidad. ¡Cuánta energía drenada en esos momentos! Ahora imagínate 10 años más adelante, mira hacia atrás y obsérvate, ¿Qué te dirías? ¿Qué necesita la persona que eres hoy pero que ves con los ojos claros de la experiencia que te dieron estos 10 años? Movido/a por la ternura de verte a ti mismo/a tan preocupada/o, ¿qué harías? Tal vez veas que esa preocupación te daba una falsa sensación de tener las cosas bajo control cuando en realidad te estás perdiendo en la ilusión de que el control existe. Tal vez descubras que haces y piensas de más, para alejarte del momento presente y lo que tu ser necesita realmente. ¿Qué puedes hacer para respetarte, amarte y cuidarte? 

😎Top secret: el antídoto para la preocupación

Y para ir cerrando me gustaría decirte cual es el antídoto más grande para que se disipe la preocupación y es la gratitud. ¡Damos tanto por sentado! Tenemos tantas razones porque agradecer y sonreír. Piensa y toma nota de todo lo que eres, funciona, tienes, y disfrutas en tu vida. El gran Brother David Steindl-Rast, monje benedictino austríaco, psicólogo con enfoque transpersonal, nos dice:

“La raíz del gozo es la gratitud. No es que la felicidad nos vuelva agradecidos: es la gratitud la que nos hace felices”.

Brother David Steindl-Rast

Esa energía te sacará rápidamente del trance de la preocupación. No te pospongas. El momento de empezar es ahora.

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Te mando un fuerte abrazo ❤



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