Antes de bajar los brazos, espera 🙏
Hola …. ¿Qué tal?
El tema de hoy está inspirado en tres clientes que por razones y contextos diferentes, sienten la necesidad de rendirse frente a sus sueños.
Una sabe claramente qué la hace vibrar alto pero tiene miedo a fallar y no termina de creer en sí misma.
Otro hace las cosas con pasión, es complaciente, a todos los pedidos les dice que “sí”, pero aunque se contorsione de mil maneras, no se siente cuidado en su trabajo.
Al tercer cliente le gustan tantas cosas qué no sabe en qué apostar, y directamente está perdiendo la motivación para emprender algo.
Este es un tema delicado que tiene varias capas y que requiere de muchísima autocompasión.
Puedes oír el podcast con este reproductor, o si prefieres la lectura tienes debajo una versión escrita. ¡Que lo disfrutes!
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Lo primero que siento cuando escucho a mis clientes, y que tal vez te esté pasando a ti, es qué presión tan grande se han auto impuesto.
Por un lado está la falta de confianza en sí mismo, la necesidad de ser impoluto y tener todo bajo estricto control. Esos parámetros no son reales pero mientras se tiene el velo puesto surge la sensación de no valer lo suficiente porque es imposible llegar a esa marca.
Por otro lado está la necesidad de dar todo y más para ser querido y reconocido pero ¿es necesario dejar la vida para que los demás nos valoren? Llegará un punto que andaremos como un coche sin combustible, agotados de tanto esfuerzo.
Por último, aparece la desesperación de querer hacer algo pero no poder discernir “qué”, hay un miedo a equivocarse en la elección, y por eso se termina entrampado en la inacción.
Perfeccionismo, control, miedo a ser rechazado, miedo a fallar, incapacidad de delimitarse, son todas palabras de una conversación más emocional que racional.
A trabajar 🚧👷🏻
El trabajo es profundo y necesario porque muy a menudo nuestra mirada se pone rígida y pensamos en términos binarios de “valía o ineptitud”, “éxito o fracaso”, “certeza o inseguridad” y hasta “propósitos de vida o perdidos por la vida”, opuestos que supuestamente nos van a garantizar la felicidad o no. El dialogo interno suena algo así: “Si escojo bien, lo hago excelentemente y me felicitan, estaré realizada”. Lo más lógico es que cuando no me salgan las cosas como me las propuse, no me sienta como anhelo, o no reciba el reconocimiento externo que espero, asuma que estoy rota, equivocándome y fallando. Como siempre digo, hay luz al final del túnel, solo hay que tener ganas de arremangarse y ponerse a trabajar sobre uno, y como me decía una clienta, “esto es un trabajo de toda la vida”. Somos como los barquitos en los puertos, que gracias a sus amarras, cuando se desplazan un poco, vuelven a su lugar. Nosotros con el trabajo sobre sí hacemos lo mismo. No es un trabajo lineal, un día vamos varios pasos para adelante y otro algún paso para atrás o para el costado.
Ahora pensemos qué pasa cuando con el trabajo sobre uno, sacando capas y mirando en lo profundo de nuestro ser, descubrimos mandatos, tendencias perfeccionistas, y una larga lista de “debería” y “tengo que” que no tienen nada que ver con lo que uno realmente desea. Puede estar pasando que esa desconexión con nuestro interior y nuestros verdaderos deseos, nos haga perder de vista lo que realmente hace que nuestra alma cante, y sin ver eso claramente, estaremos más propensos a querer tirar la toalla. Solo viendo lo que tenemos que trabajar podemos alinear mente y corazón. Cuando sabemos dónde está la herida podemos sanarla.
¿Si pudieras hacer lo que quieras, que escogerías? ¿Qué es lo que más te nutre? ¿Qué necesitas para consentirte sanamente? ¿Cómo te gustaría vivir tu día a día? ¿Qué te hace silbar bajito y tranquilo mientras caminas? ¿Puedes contribuir al bien de los otros con lo que haces o deseas hacer?
Presta atención en si lo que quieres depende del otro o de las circunstancias exteriores. Tal vez tengas que reformular tus deseos porque solo tienes incidencia en lo que de ti depende. Si te gusta lo que haces pero te estás excediendo en lo que das o resintiéndote porque sientes que se aprovechan de tu buena voluntad, tal vez sea hora de aprender a ponerte un límite a ti mismo y a los demás, por ejemplo.
Antes de bajar los brazos, espera
Antes de bajar los brazos, espera, mira hacia adentro, y si no puedes solo/a, pide ayuda. Siempre pienso en que antaño, las tribus funcionaban de apoyo de generación en generación. Hoy tenemos que buscar esas redes de contención pero están disponibles cuando salimos a buscarlas y estamos dispuestos a invertir en nosotros mismos. Y como siempre insisto, hay que ser compasivos con nuestra experiencia interior desde un lugar de presencia que observa pero no juzga. Por último, hay que animarse a vivir desde adentro para afuera y no al revés. Que el auto conocimiento fortalezca nuestra confianza y que esa confianza nos ayude a comprender qué camino queremos transitar y cómo hacerlo en nuestros propios términos.
Los que son de mi generación, se acordarán de la canción de Peter Gabriel, “Don’t Give Up” (No Te Rindas), con la que quiero redondear diciendo:
“No te rindas
Porque tienes amigos
No te rindas
No estás vencido
No te rindas
Sé que puedes hacerlo bien”
Gracias por estar ahí. Si conoces a alguien que le pueda hacer bien leer o escuchar esta publicación, invítalo a suscribirse. Así vamos creando puentes para acercarnos y ayudarnos los unos a los otros.
Un fuerte abrazo ❤