GEORGINA HUDSON

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Saber cuidar al amor de tu vida

Hola …. ¿Cómo estás hoy?

Lo más hermoso de acompañar a otros en su camino emocional y en la tarea de alinear mente y corazón es aprender de sus historias, es desarrollar una presencia curiosa y deseosa de cooperar en su bienestar.

Esta semana uno de los temas que ha destacado es el amor de nuestras vidas, es decir, nosotros mismos. Ya sé, ya estoy escuchando: “¿qué está diciendo? El amor de mi vida son mis hijos” o “si el amor de mi vida es mi pareja” o “ah, pff, yo pensaba que iba a hablar del amor romántico”. Y los comprendo perfectamente. Vamos a hablar de todos los amores.

Esta vez simplemente quiero que nos enfoquemos en el amor que nos prodigamos porque nuestra relación con nosotros mismos seguramente impactará el abanico de nuestros vínculos.

Puedes oír el podcast con este reproductor, o si prefieres la lectura tienes debajo una versión escrita. ¡Que lo disfrutes!

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PODCAST: Saber cuidar el amor de tu vida Georgina Hudson

¿Conoces a alguna persona que se sienta tan frustrada que está todo el tiempo quejándose de lo que pasa a su alrededor? ¿Conoces a alguien que tiene la auto-estima tan baja que busca complacer desesperadamente a todo el mundo? ¿Conoces a alguien que es inseguro/a pero trata de esconderlo siendo un/a altanero/a? ¿Conoces a alguien que está tan triste que directamente no quiere relacionarse con los demás? Es por eso que es tan importante enamorarnos de nosotros mismos. Ojo, no estoy hablando de hacerlo de manera egoísta – “me voy al gym, me hago la manicura, me voy de compras y apáñenselas”. Somos seres sociales y queda claro que cuanto más saludables sean nuestras relaciones, mejor nos sentiremos con nosotros mismos.

Pero entonces ¿por qué hay personas que tienen una familia y unos amigos tan maravillosos y aun así no se aman?

1. El afuera

Uno de los factores que sobresalen en la carencia de amor propio, o en la certeza de lo que valgo, o en cómo me cuido, es tener puesta la mirada en el afuera.

Cuando estamos muy pendientes de qué dirán mis profesores, mis jefes, mis compañeros, mis amigos, los seguidores en las redes sociales, empezamos a desconectarnos con nuestra esencia, simplemente dejamos de prestarle atención a nuestros deseos más profundos para satisfacer nuestra necesidad de ser aceptados y valorados complaciendo a los otros. Claro, que tampoco se trata de desatender a los que nos importan sino más bien de encontrar el sano equilibrio entre dar y llenar mi interior. Es una danza entre nosotros y los otros, si me pongo al hombro al otro para que dance, terminaré extenuada, si lo doy todo en el baile para que me feliciten, lo mismo, es un miro dentro, atiendo lo que me está pasando y me prodigo los cuidados que me merezco, y luego miro afuera.

El escritor Mark Nepo en “El libro del despertar” dice:

“Desafortunadamente, se nos anima, incluso se nos capacita, para llamar la atención (…). Desde un buen desempeño en los exámenes hasta reposicionarnos para los ascensos, estamos educados para creer que para tener éxito debemos llamar la atención y ser reconocidos como especiales”.

Tanta búsqueda de aprobación externa, simplemente nos aleja de lo que nosotros queremos y necesitamos.

2. La perfección

Lo mismo pasa con nuestras tendencias perfeccionistas que nos dicen que si no somos impolutos e ideales no nos aprobarán.

En realidad la primera pregunta que nos tendríamos que hacer es si existe la perfección y que hay detrás de querer lograr esos estándares imposibles. “Actualmente el perfeccionismo es considerado como una tendencia a establecer estándares excesivamente altos de desempeño en combinación con una evaluación posterior excesivamente crítica y una creciente preocupación por cometer errores, rasgos que se expresan con baja tolerancia a la frustración”. (Frost, Marte, Lahart & Rosenblate, 1990). Como siempre les recomiendo a mis clientes hay que diferenciar la realidad de la utopía y elegir el progreso y no lo perfecto, ya que este último tiende a paralizarnos.

3. El éxito

Gran parte de nuestro sufrimiento empieza también cuando hemos comprado el ideal cultural de éxito que muchas veces es completamente antagónico con nuestro equilibrio emocional. Aclaración importante: a mí me encanta tener libertad financiera, una casa confortable, ropas de buena calidad, y salidas caras. El único problema es cuando vivimos para lograr todo eso pero a desmedro de nuestra paz mental. Algo importante para destacar es la etimología de la palabra éxito viene del latín “exitus” y significa “final”. Si vivimos con la finalidad de conseguir cosas, el malestar será infinito porque una vez conseguidas querremos más. Está bien lograr y obtener siempre y cuando parta de mi necesidad y no de un dictado cultural. Por otro lado, podríamos darle una vuelta a este tema y pensar en éxito en términos de que puedo contribuir a este mundo y en quién me tengo que transformar para esto.

4. Las generaciones

La psicóloga Sheryl Paul nos dice:

“Si hubiéramos crecido observando a quienes nos criaron sabiendo cómo cuidar de sí mismos con amor, habríamos absorbido estos hábitos de amor propio sin esfuerzo. Pero como los padres de la mayoría de las personas fueron criados por padres que no sabían cómo amarse a sí mismos (y así sucesivamente a lo largo de las generaciones), no aprendimos los hábitos que traen como resultado la confianza en uno mismo y el amor propio”.

Los hogares donde nos criamos son nuestra primera referencia, una madre o un padre que se ama sanamente le está dando herramientas a sus hijos porque éstos los observan permanentemente. Con esto no quiero que nadie le eche la culpa a sus padres que con la mejor buena intención pueden haber pospuesto sus deseos y sacrificado sus pasiones. Simplemente es una invitación a tomar conciencia de cómo se trataban quienes nos criaron. ¿Les parecía egoísta darse el tiempo para hacer ese hobby que tanto les gustaba? ¿Sentían culpa si salían en pareja y/o con amigos? ¿Invertían en los que le daba placer? (y no me refiero solo económicamente)

¿Qué hacer? Amarse y pausar

Al final amarse a uno mismo es un estado dinámico que surge como resultado de pequeñas acciones que mejoran nuestro bienestar físico, emocional, mental y espiritual. Es una manera de vivir más expandida y desplegada.

El Mindfulness contribuye muchísimo a nuestra alineación general. Cuando estamos conectados con el aquí y ahora, estamos en sintonía con nuestras necesidades, con lo que nos hace vibrar alto y con lo que requiere de nuestro cuidado. Cuando quedamos atrapados en el trance de allí y entonces, nos metemos en la máquina de hacer, de la preocupación y del estrés y nos desequilibramos.

¿Está mal planificar y prever? Claro que no, pero primero me sereno en el momento actual y así dejo que se abra un espacio en mi interior para responder a lo que haya que hacer y no reaccionar impulsivamente o enfermarme de tanto vivir en el futuro con todos los escenarios imaginarios que trae aparejado (a menos que tengas una bola de cristal).

¿Por dónde empezar entonces? Por el ahora, como dice la gran maestra de meditación Pema Chodron. Cada vez que te encuentres fantaseando con las catástrofes que sucederán si no te pospones, pregúntate “¿es tan así?, ¿qué hay detrás de esto?, ¿Qué es lo que está a mi alcance en este momento?”. Cuando te encuentres sin inspiración, desinflada, aburrido, sal de ese estado, pon el cuerpo en movimiento, dale rienda suelta a lo que te apasiona y haz lo que reaviva tu creatividad.

Lo más importante, la próxima vez que te encuentres criticándote, obsesionándote con lo que has dicho o hecho (o no has dicho o hecho), atacándote, machacándote con todo lo que te falta para “…”, con tus “fallas”, con lo mal que has hecho esto o aquello, con lo poco que te cuidan o quieren, detente. Por favor, PARA. Cuídate, piensa en tu corazón latiendo, en tu hermano cuerpo, en tu bienestar emocional.

Ánclate en el presente y desacelera para no caer en la trampa de la vergüenza, la culpa, y la exageración. La Vida te está obsequiando este momento, agradécelo. Se amable contigo mismo. Trátate como tratas a las personas que más amas en el mundo. Para despertarte del trance de que no vales lo suficiente o que no eres querible, lo primordial es tener conciencia plena y auto-compasión. Se generoso contigo mismo, llena tu interior y deja que esa presencia atenta te inspire para amarte saludablemente y poder vivir plenamente.

Te mando un fuerte abrazo ❤


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