Dolor de duelo
Hola …. ¿Qué tal?
Hoy vamos a hablar de etapas que se terminan y cómo empezar en paz las nuevas que se abren. Cómo duele cuando algo llega a su fin, ¿verdad? Desde un hijo que dejó de ser un niño para convertirse en un adolescente, a un trabajo que se dejó o perdió, a una pareja que se terminó, a una mudanza, hasta la partida de nuestros seres queridos.
Hoy justamente se cumple 1 año desde que mi madre murió. De hecho, éste ha sido el motivo que me inspiró a hablar de los duelos. No va a ser un blog triste, va a ser un blog sentido, con el corazón en la mano. Vamos a andar por el laberinto de las transiciones, esos momentos de la vida donde dejamos lo que conocemos para hacer nuestro pasaje a un mundo desconocido, sea este cambio elegido por nosotros o propiciado por circunstancias que nos exceden.
Puedes oír el podcast con este reproductor, o si prefieres la lectura tienes debajo una versión escrita. ¡Que lo disfrutes!
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Cuando una etapa se termina, hay con ella una muerte literal o metafórica. Eso requiere de mucho coraje para poder pausar y honrar lo que ya no es. Es muy importante aprender a moverse despacio en tiempos de duelo. En general, hacemos lo contrario. Sentimos una urgencia para sacarnos de encima ese dolor. Corremos a asistir a nuestros hijos como locos aunque sabemos que ya no nos necesitan tanto. Empezamos a buscar trabajo a tontas y a locas sin reflexionar sobre lo que se cerró. Visitamos apps de citas y salimos como si nunca hubiéramos pasado por la separación que tuvimos. Seguimos adelante sin parar aunque el cuerpo necesite acomodarse al nuevo terruño. Nos tapamos de ocupaciones, comida, bebida y más, lo que sea, para olvidar que esos seres que eran tan importantes en nuestras vidas ya no están más junto a nosotros. Estos son ejemplos, claro, cada uno vive su duelo a su manera y hace lo que puede. Lo importante es que ante la inevitabilidad de lo que ya no existe, podamos respirar profundamente y hagamos espacio para sentir lo que hay que sentir así nuestra mente, alma y cuerpo se reorganizan sin aquello que ya no es.
Cuando no cierro bien el ciclo que llegó a su fin es como si pusiera una tirita adhesiva a mi herida e hiciera de cuenta que no está. Sin embargo, me voy a mover y esa herida va a picar, arder, tirar, y crear malestar. Pema Chodron dice que no hay dolor que desaparezca hasta que nos ha enseñado lo que hay que saber. No podemos hacer como que no ha pasado nada, no podemos negar los duelos. Hemos construido una forma de vivir de una manera y ésta ha llegado a su fin. Nosotros no nos moriremos con aquello que ya no está, eso es importante saberlo. De hecho, es necesario preservarnos, y vamos a ver todas las maneras de hacerlo más abajo, pero no hay que tener miedo a sentirse con la energía baja en tiempos de duelo. Parece contraproducente pero en vez de huir de nuestras emociones, lo más sabio es acercarnos y mirarlas a los ojos. Es importante en ese entonces tener el corazón abierto y dejar que nuestra humanidad vulnerable llore y/o saque el dolor que tiene guardado en el cuerpo. Solo respetándonos, podremos empezar a tejer una nueva vida, fortalecidos por los aprendizajes que nos dejó aquello que concluyó. Imagínense a un niño que aman y que sufre porque su perrito ha muerto. ¿Qué le van a decir? ¿Que deje de lagrimear ya y se ponga a estudiar y a practicar deportes? o ¿lo van a reconfortar con un abrazo mientras solloza por su pérdida y buscarán palabras para validar y aliviar su sentir? Pues lo mismo necesitamos nosotros mismos, tan adultos y tan pequeños a la vez. De hecho sobre el buen acompañar hablamos aquí PODCAST: “Acompañar a quien la está pasando mal”
El refrán popular nos dice que “el tiempo cura” y es popular porque es pura verdad. Al principio solo vemos oscuridad, sentimos tristeza, necesitamos soledad, y un día, a pesar del dolor, disfrutamos del sol, nos encontramos riéndonos y quedamos para salir con nuestros seres queridos. El cantante Jorge Drexler dice en una de sus canciones: “Nada es más simple, no hay otra norma, nada se pierde, todo se transforma”. No vamos a naufragar tras una pérdida, nos vamos a transformar. Los duelos nos dan la chance de transformarnos, seguiremos siendo nosotros mismos pero con mejores recursos. Se requiere de tiempo, de paciencia, de valor, de amor, de compasión, y de hábitos y hasta rituales que nos alivien y fortalezcan. Y otra cosa importante es que no hay tiempos fijos para atravesar los duelos. Cuando me preguntan cuánto voy a tardar para volver a sentirme más sosegada/o, la respuesta es siempre un “no sé, es tu proceso y hay que respetarlo, yo te acompaño y lo que sí sé es que se vuelve a estar bien”.
¿Qué hacer?
En lo personal con la pérdida de mi madre y acompañando a otros en sus duelos, puedo sugerirte lo siguiente:
Aprende a respetarte cuando no tengas fuerzas para salir o entretenerte.
Aprende a estar a solas pero no te aísles. Somos seres sociales, necesitamos a nuestra tribu.
Delega tareas simples como cocinar o limpiar hasta volver a tener fuerzas.
Descansa bien y date largos baños.
Habla con personas que puedan crear un contenedor seguro y amoroso para lo que estás atravesando.
A medida que pasa el tiempo, anímate a salir a caminar o andar en bici, algo que te acerque a la naturaleza.
Si tienes fe, te ayudará orar.
Medita.
Evita los excesos con el alcohol, el tabaco, o las comidas. Date los gustos pero recuerda que esos excesos exacerban la ansiedad.
Acude a tu médico y coméntale cómo te sientes, tal vez necesites un chequeo, unas vitaminas, o simplemente un tiempo sin ir a tu trabajo.
Pide ayuda a un profesional compasivo que pueda acompañarte emocionalmente con tu duelo.
Habla con otros que hayan pasado por situaciones similares y que las hayan superados. Incluso hay grupos de auto-ayuda para duelos de diferente índole.
Cuando te sientas con más energía retoma la actividad física o empieza alguna.
Enciende velas aromáticas, inciensos, escucha música que te anime o te calme, y haz de tu casa un refugio bello.
Los guerreros de la luz atraviesan la noche oscura del alma a sabiendas de que los espera la luz de un nuevo amanecer. Si estás atravesando un duelo, ten presente que siempre se vuelve a brillar. Mi madre, que en paz descanse, siempre me decía en mis momentos difíciles “esto también pasará”. Me parece estar escuchando su voz ronca mientras me hablaba. Hoy deseo cerrar agradeciendo a mi madre sus abrazos, sus palabras de aliento en todo momento, su manera incansable de estar para los demás, no solo nosotros, su familia, sino sus amigos, vecinos, y compañeros. Y quiero extenderte mi mano para sostener la tuya y decirte que si estás atravesando un duelo de cualquier índole, no estás solo/a.
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Un fuerte abrazo ❤