Mi cuerpo y yo (Parte 1)
Hola …. ¿Cómo estás hoy?
Esta semana tenía ganas de invitarte a hablar de este tema que todos tenemos tan presente pero que no siempre compartimos con los demás.
Si pidiera que levantara la mano todo aquel que auto rechaza al menos una parte de su cuerpo, creo que la gran mayoría lo haría. Rechazamos lo que percibimos como muy delgado o muy gordo, pocos músculos, muchas arrugas, mucho o poco pelo, lacios o rizos indomables, rasgos que heredamos de familiares que no nos gustan, áreas dolorosas o lastimadas, y la lista sigue y sigue.
Puedes oír el podcast con este reproductor, o si prefieres la lectura tienes debajo una versión escrita. ¡Que lo disfrutes!
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Sinceramente, mientras escribo pienso si hay que batallar el “me auto-odio”, palabra que tomé prestada de una amiga que me lo largo así sin más, o si simplemente podemos empezar por despertar y ver estos sentimientos de rechazo a los ojos, reconocerlos como algo que nos pertenece, que nos duele y que de momento no sabemos evitar. Imaginemos unos brazos compasivos arropándonos justo donde estamos, con todas estas percepciones y con toda esta intolerancia, y una voz que nos dice “veo tu dolor, tranquila/o”. Kristen Neff, la investigadora más destacada en el estudio de la autocompasión, dice que:
La autocompasión implica tratarse con amabilidad a uno mismo, siendo conscientes de nuestros déficits, procurando nuestro bienestar, y aceptando plenamente nuestras limitaciones.
Diría que después de la aceptación, la auto-amabilidad como alternativa a la autocrítica es el segundo paso para sanar nuestra relación con nuestro cuerpo.
Nuestro hogar
Nuestro yo físico es nuestro hogar y nuestro refugio. Nuestro ser más puro y despierto habita en nuestro cuerpo. Vale la pena pausar nuestro trajín para ver si somos realmente conscientes de cómo lo malnutrimos, desnutrimos, le exigimos en el gimnasio, o pasivos en un sofá, cómo lo sometemos a cirugías impiadosas, y lo maltratamos despiadadamente en nuestro discurso y en nuestra mente. Es fundamental que hagamos las paces con nuestro cuerpo tal cual es para tomar todas las acciones necesarias desde un lugar amoroso y tranquilo. Claro que es prioritario mover el cuerpo y llevar una dieta saludable, siempre que lo que hagamos sea un acto consciente y afectuoso con nosotros mismos, con el fin de cuidarnos porque honramos nuestra vida y porque deseamos que sea lo más saludable posible. Al respecto de este tema, la psicóloga Virginia Gawel dice:
“Amarlo (al cuerpo) tal como es resulta una tarea indispensable, no sólo para sentirnos realmente a gusto con nosotros mismos sino, en algunos casos, para activar en el cuerpo su capacidad de autorreparación, (…), a partir de lo que sí está en nuestras manos cambiar, sin cirugía alguna: nuestra actitud hacia él”.
Un ejemplo del cine
Vi una serie en Netflix sobre una academia de ballet que se llama Tiny Pretty Things (Delicadas y Crueles en castellano) donde el maltrato al propio cuerpo es tan patente que incomoda. Es una serie de jóvenes talentosos, bellos, y extremadamente competitivos. En su carrera hacia los mejores roles de la compañía, y en su necesidad de expresar la ausencia de gravedad en el escenario, estos estudiantes quedan entrampados en desordenes de alimentación y ansiedad, y sometidos a tratamientos médicos ilegales con el fin de mantener sus músculos cansados trabajando a toda costa, y sus pies destrozados listos para el trabajo de puntas a toda hora. Claro, uno ve eso e impacta mal, y nos pasa lo mismo con los actores, actrices y modelos, que se convierten en seres irreconocibles. Lástima que estamos bombardeados de mensajes de una cultura que premia a quienes se esfuerzan en detener el tiempo y mutan para convertirse en magras sílfides.
La mirada en el afuera
Es todo un desafío mantener la cordura y el amor propio en un contexto tan loco. Y he aquí, el tercer punto importante a tener en cuenta, es esencial dejar de tener la mirada puesta en el afuera para volver a contactar con nuestra sabiduría más profunda. Debajo de toda esa frívola relación con el cuerpo por tener unos modelos tan poco saludables y que lamentablemente, deviene en tanta auto-repulsión, hay miedo. Sentimos miedo a ser rechazados y a no ser queridos. Este miedo nos proyecta una película de terror que poco tiene que ver con la realidad pero que nos mantiene enganchados. “Eres feo/gorda/viejo/arrugada, ¿quién te va a querer así?” Pareciera un embrujo, un encantamiento. Pero hay muchas maneras de despertar, si no puedes solo/a pide ayuda, requiere coraje pero tú puedes y te lo mereces.
Lo cierto es que todas esas historias que nos contamos a nosotros mismos, poco tienen que ver con lo que acontece de verdad aquí y ahora. El mindfulness, la gratitud y el amor son más fuertes que el miedo y el odio, y lo principal es que nos curan. Hay que aprender a relacionarnos con nosotros mismos desde esos lugares. ¿Es fácil? No ¿Es rápido? Depende. ¿Estás decidido a terminar con todo este dolor, y a salir del trance? ¿Estás decidido/a transitar por el camino intermedio? Si te estás preguntando qué es, te comparto la explicación del maestro de Mindfulness Jack Kornfield:
“El camino intermedio describe el término medio entre el apego y la aversión, entre el ser y el no ser, entre el libre albedrío y el determinismo. Cuanto más nos adentramos en el camino del medio, más profundamente llegamos a descansar entre el juego de los opuestos”.
No se trata ni de adherirnos a una idea de cómo debería ser nuestro cuerpo ni de sentir repulsión por como es.
Un ejemplo de la consulta
Esto me recuerda a una consulta donde una clienta me comentaba que estaba deprimida y en cama porque había engordado 20 kilos. Ella estaba aferrada a la idea de que la ayude a cambiar su nutrición y a seguir a rajatabla un plan con un entrenador personal. Cuando hablamos, le propuse empezar por reconciliarse consigo misma trabajando sobre sí, llegando a la raíz que la llevó a su situación y soltando la vergüenza. La idea era que cuando cambiara sus hábitos lo hiciera desde un lugar de auto-aceptación, auto-compasión, y respeto por su valía. Al final, es eso, encontrar la calma para observar con claridad, para empezar a relacionarnos con nosotros mismos desde el amor, y para poder elegir con lucidez que hacer. De repente, nuestra esencia hermosa y pura se aparece frente a nosotros, y nos despabilamos, nos impregna la necesidad de perdonarnos y abrazarnos, y poco a poco, el miedo se desvanece.
Si conoces a alguien que lucha con este tema o que la está pasando mal, reenvíale este blog/podcast. Intentemos siempre que esta preciosa comunidad eche luz a los desafíos y sea de ayuda a la mayor cantidad de almas posible.
Un fuerte abrazo ❤