Sentimientos mezclados en las Fiestas, ¿qué podemos hacer?
Hola …. ¿Qué tal?
A medida que crecemos nos vamos percatando de que con cada Navidad y Año Nuevo hay un cierre de ciclo y la apertura de otro completamente desconocido. Este podcast está dedicado a todas las personas que llegan a las fiestas de fin de año con una mezcla de ilusión y desazón.
Puedes oír el podcast con este reproductor, o si prefieres la lectura tienes debajo una versión escrita. ¡Que lo disfrutes!
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Las fiestas de los niños
Cuando yo era una niña, las fiestas se celebraban con mucha expectativa en mi hogar. La familia de mi madre era pequeña pero muy alegre y la de mi padre era nuestra posibilidad de reunirnos todos los primos, con los que teníamos más o menos la misma edad. Para mi diciembre era el mes de las celebraciones con mesas hermosamente decoradas, de gran algarabía familiar, y de los esperados regalos para los niños. Sin embargo, cuando descubrí la verdad de Papá Noel y los Reyes, algo se apagó en mí. La transición de la niña crédula e inocente a mi yo pre-adolescente (tal vez un poco antes, no lo recuerdo con exactitud) hizo que sintiera que se había perdido la magia y hasta que me sintiera incómoda al recibir regalos solo porque tocaba por las fechas. Me siguieron gustando las reuniones con familiares y amigos, desde ya, pero las dejé de vivir con el mismo anhelo o entusiasmo de antes. Este es uno de los motivos por los cuales muchos tenemos sentimientos encontrados.
Las Fiestas de los adultos
Sumado a lo anterior, a medida que crecemos nos vamos percatando que con cada Navidad y Año Nuevo hay un cierre de ciclo y la apertura de otro completamente desconocido. Inconscientemente, podemos sentir cierta congoja por tener que despedirnos de la etapa que cierra. Es inevitable que sintamos todo tipo de emociones mezcladas cuando estamos en el umbral de lo nuevo e incierto. Puede que nos sintamos esperanzados por el año que vendrá y a la vez inquietos por no saber que nos espera. Puede que nos sintamos algo tristes porque el tiempo pasa muy rápido. Si tienes hijos, por ejemplo, es probable que sientas cierta congoja porque cada año que pasa parece que crecen más rápido. A su vez, puede que experimentes alegría por verlos más grandes y compañeros contigo. Si eres una persona altamente sensible, es probable que con el fin de año y la entrada al solsticio de invierno, con menos horas de luz y noches más largas, experimentes cierta nostalgia. Y probablemente, también disfrutes las comidas y bebidas calientes y la necesidad de acostarte antes. En ese sentido, diciembre me genera emoción cuando paseo por las calles decoradas por Navidad y también la necesidad de volver más temprano a mi hogar. Para quienes vivan el solsticio de verano en el hemisferio sur seguramente surjan unas emociones determinadas y sus opuestas, todo al mismo tiempo. Es inevitable que esta pendulación de nuestras emociones nos genere inquietud. Lo más importante es reconocer, aceptar, y normalizar lo que nos sucede interiormente con tranquilidad.
Las fiestas del consumo
Las Fiestas también hacen que se empiece a mover toda una maquinaria de consumismo y búsqueda de la felicidad que pueden generar expectación y estrés al mismo tiempo. El otro día un cliente me compartía que él nunca siente la dicha de los demás en las Fiestas. No es el Grinch. Va a las reuniones, les compra regalos a sus hijos, pero a él las Fiestas le dan lo mismo. Me lo contaba con cierto pudor, como si estuviera mal lo que le sucede, y yo lo entendía porque hay una presión subyacente a tener que estar con los ánimos bien arriba. Jung dice, “lo que resistes, persiste”. Lo principal es no luchar contra lo que sentimos sino fluir con ello. Tomamos nota de lo que nos sucede en nuestro fuero interno, y con calma podemos nutrir nuestras necesidades, y ser lo más auténticos que podamos. En vez de obligarnos a sonreír como en un aviso Navideño, podemos abrir nuestro corazón para experimentar toda la paleta completa de emociones que surgen en esta época. Si añoras las épocas en que eras peque y las fiestas eran mágicas, abraza ese sentimiento. Si extrañas a alguien que ya no está presente, deja que tu alma honre ese sentir. Si ves que todo a tu alrededor grita, “sé feliz, ha llegado la Navidad” pero tú no puedes sentirte así, relájate y recuerda que somos seres complejos. Algunos sentirán un gran placer y otros lo vivirán de forma más minimalista. Si no quieres grandes reuniones, y quieres pasarla con tu círculo más íntimo, atrévete a hacerlo. En ninguno de estos ejemplos hay algo que esté mal en ti. La paradoja de los momentos liminares es así y solo nuestra capacidad de discernimiento nos ayudará a darnos cuenta de esto.
Las fiestas de las preguntas
La salida siempre está dentro. Espero que estas fiestas podamos observarnos con curiosidad. ¿Qué necesita mi atención y mi cuidado?, ¿qué tengo que dejar ir?, ¿Qué me quiere decir está emoción?, ¿qué nuevos rituales puedo adoptar?, ¿qué tengo para agradecer?, ¿cuáles son las razones por las que se templa mi corazón?
En su canción “Gracias a la Vida”, Violeta Parra nos recuerda como todas las emociones enriquecen nuestra experiencia vital:
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“Gracias a la vida, que me ha dado tanto
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto
Así yo distingo dicha de quebranto
Los dos materiales que forman mi canto
Y el canto de ustedes que es el mismo canto
Y el canto de todos que es mi propio canto”
“Gracias a la vida” - Violeta Parra
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Espero que estas Fiestas puedas vivirlas a tu manera, respetándote, dejando que las emociones te atraviesan como las olas en el mar y recordando que debajo siempre hay un océano en calma. Te deseo tranquilidad y un corazón abierto. Recuerda que entre estímulo y respuesta hay un espacio. Es en ese espacio o interludio escucharás lo que te susurra tu alma. Puede que tengas miles de demandas exteriores pero no te apresures a reaccionar. Pausa y dialoga con tu yo más sabio. Y luego responde con atención plena.
Un fuerte abrazo ❤