Ser el sostén emocional de la familia
Hola…¿Cómo estás hoy?
¿Alguna vez has sentido que no podías dar un paso en falso porque se caía el equilibrio de tu sistema familiar como una casa de barajas?
¿Has sentido el agotamiento de procurar que todo y todos en tu familia estén bien? ¿La pandemia ha acentuado la responsabilidad que tienes con todo y todos en tu entorno?
¿Sientes que no hay espacio para tener “un día malo” porque los demás ya tienen bastante con lo propio o porque se desarmoniza todo?
Puedo sentir la gran compasión que siente y un dejo de angustia. ¡Y cómo para no, viviendo con tanta presión!
Puedes oír el podcast con este reproductor, o si prefieres la lectura tienes debajo una versión escrita. ¡Que lo disfrutes!
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En momentos de crisis, de incertidumbre, de transición, de muerte de una manera de vivir y de nacimiento de una nueva, lo normal es que tengamos días de malestar, de tristeza, y de ansiedad. El conflicto emerge cuando crecimos con el mote de “tú siempre eres tan fuerte”, “tú siempre puedes gestionar todo”, “tú siempre me ayudas y estás para todos”. Si bien eso puede haber sido cierto en momentos clave o en muchas ocasiones, simplemente no es real todo el tiempo. Nadie es Superman o la Mujer Maravilla, esos son personajes de ficción. Las personas reales necesitan contención, apoyo, descanso, y espacios propios. Todos necesitamos a alguien que nos abrace y que nos diga “yo te veo, estarás bien, esto también pasará, juntos podremos con esto”. Ahora, cuando no hay una presencia que nos arrope, lo más normal del mundo es empezar a torturarnos con pensamientos al estilo de “si no lo hago yo, se cae todo”, “si me caigo emocionalmente, toda la familia se viene abajo” ¿Cómo no van a aparecer todas esas historias en nuestra cabeza si nos sentimos solos? ¿Cómo no nos vamos a contar todo eso, si no vemos ninguna red que nos coja cuando la vida nos pide que saltemos al vacío?
Los que todo lo pueden
Es maravilloso pero si algo caracteriza a mis clientes y suscriptores es su exquisita sensibilidad y extremada responsabilidad. En momentos de pasaje, y un claro ejemplo es el actual, con el mundo como lo conocíamos antes de la pandemia, y la duda de qué pasará, son justamente los seres bondadosos y con esa apariencia de todo lo puedo, los que entierran sus necesidades, levantan la frente y ayudan a todos los que se ven angustiados a su alrededor. No pueden soportar que nadie se entristezca, no pueden dejar que se descontrole la situación, si el costo de la aparente estabilidad en medio de tanta pérdida es darlo todo a todos, lo hacen. Me conmueve muchísimo lo que estoy escribiendo porque veo a todas esas personas llenas de amor y las mejores intenciones por sus familias y amigos sufriendo en silencio. También me llena de compasión ser testigo de tanto desgaste emocional, de tanto encorvarse y agotarse para sostener intacto en el aire un sistema mientras todo lo que conocían se derrumba.
Un ejemplo personal
Como muchos de ustedes saben el año pasado falleció mi madre, mi primera reacción fue afirmar a mi padre mientras la tierra se abría a nuestros pies. Tardé en darme cuenta que yo necesitaba a un padre, pero los roles se invirtieron, el dolor fue terrible e hicimos lo que nos salió, nadie estaba pensando con mucha claridad. El mundo como lo conocíamos se esfumó en cuestión de minutos. Lo primero que me surgió fue ¿Cómo no voy a levantar a mi padre, sacudirlo, entrenarlo, y guiarlo a diario? Él siempre se apoyó en mi madre y yo asumí que en su ausencia me tocaba ofrecerle andamiaje a mí. La sensación que me quedaba cada día era de una terrible impotencia porque a pesar de mi esfuerzo feroz, él se desmoronaba igual. A eso le siguió un cansancio sin igual, y por último se apoderó de mí una tremenda tristeza. La verdad, que no hice lo que sabía que tenía que hacer. ¿A qué me refiero? A honrar la etapa que se cerró, hacer mi duelo, acompañar a los demás sin sostener, y luego hacer un profundo trabajo sobre mí para la nueva etapa que se abría.
¿Qué hacer cuando sientes TODA esa presión?
Entonces el trabajo para hacer cuando uno siente el peso de toda la familia en las espaldas tiene muchas capas. Una es situarse en el contexto donde aparece toda esa presión. Como mencionaba antes las transiciones suelen generar ansiedad y angustia. Luego hacer el trabajo de reconocer lo que uno siente sin taparlo. Hay que tener coraje para dejar que esas emociones emerjan. Paso siguiente investigar qué es lo que a uno/a la/o motiva a comportarse de esa manera. Es muy importante después no quedarse solo con la comprensión de lo que nos pasa sino tomar acciones en pos de nuestro bienestar. En este tema en particular es válido:
Pensar en nuestra gestión de los límites, no solo con los otros sino con uno mismo que a veces nos sentimos ilimitados.
Crear un sostén interno, propio, fuerte, y aprender a pedir ayuda.
Trabajar los sentimientos de culpa.
Aprender a expresar las propias necesidades de forma asertiva, sin victimizarse ni atacar, sino hablando de la situación y las dinámicas en juego abierta y honestamente.
Fortalecer vínculos fuera de la familia, eso servirá de alivio y dispersión, y en ese dar y recibir el alma se relaja.
Aprender a detectar cuando se está llegando a un límite mental, físico y emocional. Hay varias señales que apuntan a esto – los pensamientos obsesivos, las broncas, la angustia, la falta de sosiego generalizada, y malestares corporales.
Pedir ayuda profesional a todo nivel – físico, mental y emocional.
Cada caso es único y no se puede generalizar, hay que trabajarlo por separado, pero está claro que no se puede ir por la vida empujando para que todo vaya para adelante, aguantando todo tipo de demandas, y ocultando o desoyendo nuestras necesidades más profundas porque eso termina drenando nuestra energía completamente. Es necesario cuestionar esa sensación de que hay que seguir sea lo que sea o se derrumba todo como una casa de barajas porque ese pensamiento nos limita y nos desempodera. Por eso quiero terminar con una nota de luz sobre auto-compasión y de desarrollo de nuestra presencia atenta en este tema tan delicado. Lo voy a hacer citando a la Profesora e Investigadora Brené Brown:
“Compartir de manera adecuada, con límites, significa compartir con personas con las que hemos desarrollado relaciones que pueden soportar el peso de nuestra historia”
Es decir todos apoyándonos a todos. Y sigue…
“El resultado de esta vulnerabilidad mutuamente respetuosa es una mayor conexión, confianza y compromiso”
Espero que te alivie este blog. Si necesitas ayuda, pídela, te lo mereces.
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Un fuerte abrazo ❤