GEORGINA HUDSON

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¿Y si la confianza se pierde?

Hola …. ¿Cómo estás hoy?

El tema de hoy lo empiezo con un suspiro, ¿quién no ha sido herido y quién no ha herido a otros? Es duro ponerse en contacto con una situación que nos rompió el corazón y nos desilusionó.

Tengo que honrar a todos los que han vivido una decepción, el dolor de la decepción nos toca algo muy primitivo, y dispara emociones que nos sacuden y lastiman hasta las entrañas.

Puedes oír el podcast con este reproductor, o si prefieres la lectura tienes debajo una versión escrita. ¡Que lo disfrutes!

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PODCAST: ¿Y si la confianza se pierde? Georgina Hudson

De niños

Nuestro cerebro está programado para evitar el peligro, acercarse al placer, y unirnos a otros. Desde pequeños lo que más necesitamos es sentirnos seguros, amados y valorados por nuestro entorno. Y así se va creando un círculo con nuestra confianza en los demás, que refuerza nuestra confianza en nosotros mismos (o no). Sentimos una necesidad, la expresamos, obtenemos una respuesta, esa respuesta refuerza nuestra confianza en el otro y en nuestro valor (o no). En nuestro alma quedan impresas las dinámicas donde nuestra necesidad fue atendida y también las que no. Nuestros padres, maestros, y tutores pueden haber tenido las mejores intenciones, e igual así, sin darse cuenta en algún momento, pueden que no hayan podido crear un contenedor seguro para responder a nuestras necesidades.

  • Imagínense algo tan simple como un niño llorando porque está cansado y sus padres gritándole para que se calme. ¿Qué va a pensar el niño? Si hago un berrinche otra vez, me van a reprimir y no me van a querer.

  • Piensen en una adolescente que insegura de sí misma se pone una falda corta para llamar la atención de sus amigos. Sus padres la ven y le dicen que es una vergüenza, que parece una chica vulgar, y que se comporte. ¿Qué va a sentir esa adolescente? Vergüenza y rechazo.

Como esos ejemplos hay miles, donde en algún intercambio con nuestro entorno, quedó en nuestro interior un resabio de inseguridad, desconfianza, y miedo a no ser queridos, y eso lo terminamos acarreando a nuestras relaciones de pareja.

De Adultos

Crecemos y nos cuesta relajarnos con la persona que elegimos, y justamente, una de las cosas que más necesitamos es poder fiarnos del otro y confiar que nuestras luces y sombras no solo estén a salvo sino que seamos amados/as en nuestra totalidad. Ahora piensa en estos nuevos ejemplos.

  • Un día le pedimos a nuestra pareja que nos acompañe al médico a una cita importante y se olvidó porque iba a tope. Entonces se empieza a poner en marcha la maquinaria interna y nos empezamos a sentir vulnerables pensando enfurecidos “no le intereso”, “no tiene tiempo para mí”, e inconscientemente tal vez, “no soy lo suficiente para el/la”.

  • Ahora imagínate que descubres que tu pareja te mintió. Dolida/o e insegura/o por todo lo que creías tener, empiezas a resentirte y te repites, “¿Cómo pudo hacerme algo así?”, “fui tan inocente, ¿Cómo no vi las señales?”, “qué poco soy para el/la”. De repente, nos sentimos inseguros, amenazados, vacíos, y rotos.

Es muy complejo porque se daña el círculo de confianza que mencionaba antes. Es muy delicado porque biológicamente como mencionaba antes necesitamos sentir certeza, placer y pertenecer. ¿Qué hacer cuando la confianza se rompe entonces?

Las reacciones

Probablemente, lo primero que te salga es atacar a quien rompió el acuerdo que tenía contigo. Lo/a quieres destrozar como lo hizo con tu confianza. El/la se aleja por miedo a tu reacción y se crea un clima tenso donde al final sigues más herido/a que al principio. Terminas construyendo muros protectores que refuerzan tus sentimientos de soledad y malestar. Te conviertes en un detective alerta buscando todas las razones por las que te puedan volver a lastimar. La distancia entre los dos se hace cada vez más grande. Con cada interpretación negativa que haces de las acciones futuras de tu pareja, la desconfianza crece más y más. Cuando la reacción es el ataque y el recelo, quien fue herido se sentirá aún peor y quien hirió, no tendrá la oportunidad de reparar lo que hizo porque no puede llegar a su pareja.

El trabajo en pareja

Cada situación es diferente pero sé por experiencia propia y por acompañar a otros, que lo más efectivo es no actuar la emoción que sentimos. Ya sé, tienes ganas de arrojarle algo por la cabeza, de gritarle, y de abandonarlo/a pero antes espera. Muévete muy despacio y piensa. ¿Veo un verdadero arrepentimiento en el/la o no? Pasado el tiempo de digestión de lo ocurrido, ¿me estoy dando la oportunidad de escuchar qué pasó para que lleguemos a este punto? ¿Actuó en un momento de confusión que le es inusual? ¿Puedo ver que tiene ganas de darlo todo por recuperar mi confianza? Si los dos están dispuestos a mirarse a los ojos, ver lo que hay detrás de ellos, a escucharse con el corazón, y a expresarse con compasión, hay posibilidades de pactar las formas de una nueva relación fortalecida por el aprendizaje que les dejó el dolor de uno y la equivocación del otro. Cuando las dos personas involucradas en el dolor de la confianza que se perdió pueden hablar con atención plena, compasión y un deseo profundo de hacer feliz al otro, hay mucha luz para que esa relación vuelva a nacer de una manera totalmente genuina.

El trabajo en uno mismo

En paralelo al trabajo de pareja, hay algo profundo que atender cuando nuestra valía y amor propio están en juego. Hay que empezar por preguntarse:

¿Por qué me siento tan poca cosa?

¿Qué dolor de antaño necesita mi atención, devoción y sanación para que yo pueda estar mejor plantada/o en esta otra situación actual?

A mí me ha tocado estar de los dos lados, seguro que a ti también. Hay algo mágico que sucede cuando se bajan las armas, y desprovistos de toda protección ilusoria, vemos que el otro siente un sincero arrepentimiento, y unas ganas inconmensurables de reparar lo que se rompió. Cuando el que causó el dolor es capaz de decir “cómo debes haber sufrido por lo que hice, lo siento en el alma, perdóname”, la persona herida tiene la posibilidad de escuchar con un poco más de sosiego y curiosidad y sin otro objetivo que discernir si vale la pena darse otra oportunidad.

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Un fuerte abrazo ❤

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