GEORGINA HUDSON

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Ser padres de nuestros padres

Hola …. ¿Qué tal?

No es fácil para mí, me duele tanto que escribo y me conmuevo.

Mi padre quedó viudo hace más de un año y medio. Mi padre, el despistado, el inocente para muchas cosas, el que necesita muchas lecciones de inteligencia emocional y social, está grande y solo.

¿Qué hacemos cuando uno o ambos padres necesitan de nosotros como una brújula para poder seguir en su camino en sus últimos años?

Puedes oír el podcast con este reproductor, o si prefieres la lectura tienes debajo una versión escrita. ¡Que lo disfrutes!

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PODCAST: Ser padres de nuestros padres Georgina Hudson

Mi padre siempre fue un malcriado de mi madre. Cuando mi madre de desplomó sin avisar en frente de él, él no quería aceptarlo, su mujer debía estar haciéndole una broma. A eso le siguió un período de trauma muy grande. Mi madre, la resiliente, la valiente, la sociable, la práctica, se fue, y con ella se fue la cuidadora incondicional de mi padre. Mi padre, el despistado, el inocente para muchas cosas, el que necesita muchas lecciones de inteligencia emocional y social, está viejo y solo.

La Aceptación

El ejercicio de aceptación es probablemente lo primero y lo más duro. Nuestros padres, nuestra primera referencia, aquellos a los que acudíamos cuando necesitábamos ayuda, ahora no tienen ni idea de cómo lidiar con sus vidas. En lo personal, cuando era chica mi padre era la fuente de pragmatismo y de resolución de conflictos. Mi madre era la que nos abrazaba y sosegaba pero si tenía algo que me agobiaba, lo hablaba con él porque siempre veía más allá de mis problemas y lograba aliviarme. Mi padre, el que lideró tantos equipos, el que crío dos hijos, el que junto a mi madre forjó su bienestar a base de mucho esfuerzo, hoy está perdido. Estamos ayudándolo a encontrar la punta del ovillo en todo este limbo. El ya no le encuentra mucho sentido a su vida, se siente solo, desmoralizado, y ahora es él el abrumado, ahora él es que necesita alivio. Escribo estas líneas y recuerdo cuando vino a pasar las Fiestas, sus ojos verdes mojados, su fragilidad desnuda. Lejos estaba el padre fuerte que tuve. ¡Qué imagen tan fuerte para cualquier hijo! En ese momento fui consciente del paso del tiempo drástico en él. Su cuerpo está cansado, sus pasos son lentos, su espalda ya no está tan erguida, y su cintura no le da respiro.

La transición

Esta situación me ha obligado a atravesar la transición de tener un padre que pese a ciertos rasgos típicos de la vejez se las arreglaba, a convertirme yo en ser más adulta que él. No es fácil, es una transición que duele, que asusta, y que cansa. Uno quiere poder ayudar en todo lo que ellos necesitan y un día nos encontramos agotados y sin fuerza. Recuerdo cuando mi padre enviudó que lo miré a mi marido desesperada y le dije “¿qué puedo hacer, se siente solo, la mayoría de sus verdaderos amigos, son los esposos de las amigas de mi mamá?” Mi esposo sabiamente me contestó “suelta, si el no trabajó ese aspecto de su vida, tiene dos alternativas. O aprende o sigue así pero no te presiones más porque ese no depende de ti” En un instante comprendí que estaba despidiendo a la figura de un padre que alguna vez fue capaz y en plenas facultades para aceptar que tenía en frente a un padre necesitado de apoyo, cariño, y conducción. En ese pasaje tuve que tomar la decisión de dar lo mejor de mí sin dejar mi salud en el intento.

4 aspectos claves

¿A qué recurrir cuando nuestros padres grandes son un poco nuestros hijos?

  1. Auto-compasión
    Esta no es tenerse lastima. Es tratarse con el mismo amor que la persona más sabia lo haría con nosotros cuando sentimos que estamos en una encrucijada o cuando nuestras heridas están abiertas. Recuerdo decirme “estás sufriendo, no es fácil, tranquila, estás haciendo todo lo posible”

  2. Límites saludables
    Hay una línea muy delgada entre ayudar a nuestros padres dependientes y agotar nuestras fuerzas en el intento. En las primeras etapas de la viudez de mi padre quise reemplazar a mi madre hasta que él se acomode a su nueva situación. Eso perpetúo la dependencia que él tenía con mi madre y me llenó de angustia y enfado. Cuando puse un límite claro, el encontró el espacio para aprender muchas cosas.

  3. Cuida tu esencia profunda
    Desde que murió mi mamá, me he sentido huérfana porque ella se fue y mi papá no es más mi padre. Eso duele mucho. Hay algo en mi interior que se anotició que esas figuras que inconscientemente creíamos jefes de la tribu, se retiraron. Mi trabajo consistió en “reparentarme”. Para más información sobre este proceso te recomiendo este artículo que escribí sobre el tema.

  4. Evalúa lo más objetivamente que necesita tu padre/madre ancian@:

  • Asistencia en su salud mental

  • Asistencia en su salud física

  • Asistencia para que esté segur@

  • Asistencia doméstica

  • Acompañamiento terapéutico

  • Contáctate con las personas que más lo acompañan y ofréceles tu apoyo.

  • Inclúyel@ en las decisiones si todavía tiene las facultades de hacerlo porque es SU vida.

Cómo amar al adulto mayor

Como nada es casualidad, te comparto un post anónimo que encontré en las redes hace unos días y que me entibió el alma:

DÉJALO HABLAR… porque hay en su pasado un tesoro lleno de verdad, de belleza y de bien.

DÉJALO VENCER… en las discusiones, porque tiene necesidad de sentirse seguro de sí mismo.

DÉJALO IR A VISITAR… a sus viejos amigos, porque entre ellos se siente revivir y nunca envejecer.

DÉJALO CONTAR… sus historias repetidas, porque se siente feliz cuando lo escuchas.

DÉJALO VIVIR… entre las cosas que ha amado, porque cada una representa una historia de vida, un momento de su pasado, un recuerdo imborrable.

DÉJALO GRITAR… cuando se ha equivocado, porque los ancianos, como los niños tienen derecho a la comprensión.

DÉJALO VIAJAR… en el coche de la familia cuando van de vacaciones, porque no sabes cuándo será la última vez que te acompañe.

DÉJALO ENVEJECER… con el mismo paciente amor con que dejas crecer a tus hijos, porque todo es parte de la naturaleza.

DÉJALO REZAR… como él/ella lo sabe hacer, como ellos quieran, porque el adulto mayor descubre la presencia de Dios en el camino que le falta recorrer.

DÉJALO ESCUCHAR… la música, las palabras y las historias que él/ella quiera, porque si algo quiere llevarse, es la melodía de aquello que ha amado.

Espero que te haya ayudado esta publicación. Si conoces a alguien que necesite ayuda con este tema, invital@ a suscribirse. Si aportas tu granito de arena al bienestar colectivo, este mundo será mucho mejor gracias a ti. Todos los que hacemos este blog/podcast, agradecemos tu recomendación. Esto nos hace más visibles y nos inspira a seguir haciéndolo semana a semana.

Un fuerte abrazo ❤


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