20 poemas de amor y varias canciones desesperadas
Hola …. ¿Cómo estás hoy?
Me han dicho con mucha razón que hace mucho que no hablo de amor de pareja así que aquí les traigo un podcast sobre el tema.
El título es un guiño al escritor Pablo Neruda porque yo creo que por cada veinte poemas de amor que encarnamos sufrimos otro sinfín de canciones desesperadas. Ojalá mi yo más joven, la que iba a terapia desosegada, la que lloraba con tantos miedos, hubiera tenido a alguien que le hubiera dicho, “tranquila, ya verás cómo todo se acomoda”. No me refiero a que todo se ponga en su sitio de forma mágica pero sí haciendo el trabajo correcto sobre una/o, recuperando nuestro poder, y enamorándonos de nosotras/os y de la vida para poder recibir a otro/a luego.
Puedes oír el podcast con este reproductor, o si prefieres la lectura tienes debajo una versión escrita. ¡Que lo disfrutes!
Mis canciones desesperadas
Me acuerdo perfectamente cuando era soltera que me sentía fatal porque me duraba muy poco el “amor” con mis parejas. Era muy joven y pensaba que si las mariposas en la panza se iban y había días que me aburría, debía salir huyendo porque era señal de haber perdido el sentimiento que me había unido al novio de ese entonces. Era una de mis canciones más desesperadas sinceramente. Llegué a pensar que lo mío era conformarme con un amor tibio. Otra de mis canciones más desesperantes era la de “tener que admirar” a mi compañero. Yo no sé en qué pensaba. ¿Qué quería? ¿Un rock star que me tuviera atontada desde el escenario? ¿Un pseudo genio que hablara desde el banquito de los que se creen que lo tienen todo más claro que el resto? Y me pregunto, ¿por qué quería perderme en ese otro que necesitaba adorar?, ¿por qué no buscaba la fascinación por mi propia vida? Por eso digo, cuando de amor se trata sobra la idealización y escasea la desdramatización.
La media naranja (mecánica)
El tema de la media naranja que nos tiene que “excitar, satisfacer y completar” es perverso porque deposita toda la responsabilidad en la otra persona pero es el mensaje que nos vende buena parte del cine, la literatura, y la cultura occidental en general. Es tan triste escuchar a alguien decir “me quiero divorciar, no sé por qué, pero ya no me hace ilusión”, “no lo aguanto, me aburre”, “nos vamos a separar, ya no la necesito”. ¡Ojo! No digo que nos conformemos como en el pasado donde las parejas tenían una especie de contrato de por vida y sin tanto cuestionamiento. Lo que propongo es simplemente que ante todo, sintamos nuestra autorrealización en la búsqueda de nuestra propia evolución y en consecuencia, en la liberación de nuestra mejor versión. Si buscamos nuestra realización personal en la pareja, vamos a terminar frustrados/as. Si no nos amamos radicalmente, vamos a querer tirar de nuestra pareja para que llene ese vacío pero tarde o temprano, no nos bastará. Es por eso que el trabajo empieza por nosotros.
Yo estuve en ese lugar y sé a qué se refieren mis clientes y gente cercana cuando me comparten agobiados que sus parejas ya no les hace gracia o no los/as hace sentir completos/as y hasta que los cansa. Es una especie de síndrome de nuestros tiempos donde hay dos seres que se aman pero uno de los dos tiene un período donde está hastiada/o y decide tirar la toalla porque así como está, la relación no le compensa. Por supuesto, como he dicho múltiples veces, saco de esta conversación a las relaciones donde las personas siguen a pesar del abuso de sustancias, el maltrato en general y el destrato, ahí soy yo la que grito fuerte y claro, sal de ahí ya. Aquí, estoy hablando de personas que, como mi yo más joven, desesperan porque el otro/la otra ya “no les da” lo que necesitan, sea esto diversión, sosiego, pasión, estabilidad, reconocimiento y/o una vida trascendente. Me encanta la idea de que cuando hay dos dedos apuntando a la otra persona, hay otros tres dirigidos a uno mismo. Entonces, ¿qué me quieren revelar? La mayor parte del tiempo, le exigimos al otro lo que carecemos nosotros mismos, “ya no me hace reír” pero… ¿cómo está tu sentido del humor estos días?, “ya no lo deseo” pero… ¿cómo está la relación con tu propio cuerpo y tu sensualidad?, “se comporta como un/a compañero/a de piso” pero… ¿cómo está tu estado de ánimo?
Amando al amor
Al amor lo vamos a alimentar con nuestra comunicación verbal y no verbal, con nuestras palabras y con nuestros gestos. Esto nos va a acercar, a relajar, a poder sentir que estamos el uno para el otro, para acompañarnos y apoyarnos. Para esto se requiere mucha valentía ya que hay que animarse a mostrarse vulnerable una y otra vez, hay que confiar para volver a empezar, hay que sanar mucho la autoestima para poder desnudar nuestra alma. En una relación tengo que sentir la tranquilidad de que puedo expresar mis deseos en un espacio donde serán bien recibidos y viceversa. Habrá límites que marcar y necesidades mutuas que respetar y honrar. Por otro lado, a la pasión la vamos a nutrir con un halo de misterio. Si queremos sentir un sano equilibrio entre la seguridad en nuestras parejas y la excitación de una intimidad rica, habrá que alimentar la emoción y la sensualidad. Tendremos que reconectar con lo que nos emocionaba en la intimidad al principio. Cuando comenzamos una relación bailamos una danza entre saber y no saber, entre lo novedoso y lo previsible, entre la aventura y la estructura. Es completamente posible revivir momentos así para salpimentar nuestro vínculo.
Cuando las bases de una relación son sólidas, el amor y la pasión pueden regenerarse. Es más, en una relación duradera, lo más probable es que te enamores varias veces de tu pareja, ya que habrá diferentes etapas, encuentros y desencuentros, amor y desamor porque nos vamos a desconectar de nuestra esencia y nos vamos a reconectar, y cuando esto último suceda, rebalsaremos de tanto bienestar que disfrutaremos y renovaremos nuestra unión de pareja.
Un fuerte abrazo ❤