Hijos que sufren. ¿Qué podemos hacer?

 

Hola …. ¿Qué tal?

El tema de hoy es igual de válido para hijos pequeños con berrinches, adolescentes con rebeldías, y hasta adultos con pérdidas, frustraciones, y dificultades. La tendencia más humana del mundo es querer arrancarle el dolor a la otra persona. Es algo muy noble, pero por intentar aliviar podemos meternos demasiado en el terreno del otro. Y entonces ... ¿qué hacer?

Si no tienes hijos, te invito a que transfieras lo que hablaremos hoy a cualquier vínculo donde alguien cercano a ti esté pasándola mal.

Puedes oír el podcast con este reproductor, o si prefieres la lectura tienes debajo una versión escrita. ¡Que lo disfrutes!

 
 
...hacerle espacio a lo que nos sucede cuando vemos sufrir a nuestros hijos
— Georgina Hudson

El desafío empieza en poder hacerle espacio a lo que nos sucede cuando somos testigos de lo que están atravesando nuestros hijos / seres queridos. Yo soy la primera que se hace cargo de cómo me costó entender esto. No sé si serán las neuronas espejo o si será mi empatía pero cuando alguien en mi círculo cercano sufría, mi corazón lo sentía igual de fuerte. Mi desazón era tal que mi reacción por defecto era querer resolverles las cosas yo. Me llevó tiempo entender que puedo empatizar sin inmiscuirme, que el universo emocional de otra persona es de esa persona, y solamente de ella. Mi misión es acompañar mientras la otra persona navega sus emociones y que si éstas son muy fuertes y se manifiestan inadecuadamente, también tengo que aprender a ponerle un límite a esa conducta.  ¿Te suena conocido algo de esto?

“¿! Cómo vas a estar triste por eso !?”

Mis hijos tienen días que ni ellos mismos aguantan su dolor, su rabia, y su desengaño. Eso me genera una pena inicial insoportable. El problema es que si yo les digo “mira, tengo una idea, haz esto o aquello”, primero estaré invalidando lo que sienten, y segundo les estaré sacando la oportunidad de que encuentren su capacidad resolutiva ellos mismos. Hay veces que los veo, y todo lo que tengo que hacer es respirar hondo, aceptar mis emociones, y recordar que yo también pasé por situaciones similares de pequeña y adolescente. Lo importante es que mis hijos sepan que estoy a su lado para oírlos y abrazarlos. Esto es radicalmente opuesto a lo que hacían mis padres conmigo. Con esto no los estoy criticando porque entiendo que sus motivaciones siempre eran buenas. Lo traigo a colación porque me sirve como ejemplo concreto de lo que estoy diciendo. Recuerdo que mis padres me decían, “hija, ya está, deja de preocuparte, no le des tanta vuelta al tema” o “¿cómo estas tan triste por esto con todo lo que tienes por ser feliz?”. Mis padres me amaban y por eso, no toleraban que yo sufra. Sin embargo, el efecto en mí era contraproducente porque me sentía débil, complicada, e ingrata.

Qué esperan nuestros hijos cuando sufren

Cuando nuestros hijos / o seres queridos están sufriendo, lo que esperan es que los veamos y acompañemos, sin sentirse una molestia para nosotros. Si lo piensas a la inversa, cuando tú eres la persona que la está pasando mal, no esperas que los demás se encarguen de tu abatimiento. Lo que deseas simplemente es que estén a tu lado, no siempre pero a lo mejor necesitas que te escuchen o tal vez que tengan un gesto amable que alivie tu rutina en momentos tan difíciles.

ejemplo #1: con mi hijo 💖

Cuando mi madre murió, mi hijo no derramaba ni una lagrima adelante nuestro porque temía ser una carga más para nosotros. Tuve que sentarme junto a él y decirle explícitamente que lo amo tan infinitamente que siempre seré capaz de arroparlo en su dolor más profundo. Fue un encuentro muy simple con un efecto liberador para él.

ejemplo #2: YO de pequeña

Tengo otro ejemplo de mí misma con unos 13 años cuando empezaba a adolecer. Mis hormonas estaban a tope porque estaba haciendo la transición de niña a adolescente. Tengo una imagen grabada de mi sentada en la escalera que llevaba al ático de la casa donde me críe. Mis ojos estaban vidriosos de tanto llorar pero no quería que mis padres me vean porque sentía que no podían conmigo. Mi madre le dijo a mi padre que yo estaba mal y que no sabía que hacer, y mi padre le contestó que me iban a tener que llevar al médico. Fíjate en ese episodio que parece tan pequeñito, todo lo que se puede concluir. Primero, mi angustia me hacía sentir un estorbo para mis padres. Segundo, la reacción de mis padres reforzaba mis miedos y mis creencias porque en su desesperación me querían “arreglar” con un doctor. Hoy entiendo que todo lo que necesitaba era me envuelvan en sus brazos y que me ofrezcan unas simples palabras que me reconfortaran.

Ejemplo #3: una clienta y sus hijos

Antes de cerrar quiero contarte algo que me compartió una clienta que tiene niños pequeños y que se angustió porque estaban a los gritos y descontrolados en un lugar público y ella no sabía que hacer. Si alguna vez te pasa esto, créeme que tus hijos no te están haciendo eso a ti, sino que no se aguantan a si mismos. Luego te digo lo mismo que le dije a mi clienta. A veces los niños piden a los gritos que seamos los padres adultos que necesitan y que le podamos marcar el camino que ellos en ese momento no pueden ver. Si tu hijo se siente frustrado y le empieza a hacer daño a otro niño porque pierde el control, tendrás que intervenir con asertividad porque eso no está bien. Tendrás que sacarlo de esa situación y ayudarlo a calmarse. Cuando lo logres, fíjate que emociones hay debajo de esa explosión. Es a eso, a lo que siempre tienes que hacerle lugar porque cuanto mejor gestionen sus emociones tus hijos, mejor será su relación con el mundo exterior. Mis hijos tienen 10 y 13 años, así que hemos pasado por todo. Sé que no siempre es fácil pero nos toca hacernos cargo de nuestro rol y si no podemos solos, siempre podemos pedir ayuda profesional.

Cuanto mejor gestionen sus emociones tus hijos, mejor será su relación con el mundo exterior.
— Georgina Hudson

Este es un tema complejo y fascinante a la vez. Espero que te haya ayudado, compártenos tus experiencias porque todos estamos juntos en esto. Si conoces a alguien que le pueda hacer bien, invítala/o a suscribirse al podcast. De esta manera hacemos como las antiguas tribus, donde sus miembros se ayudaban los unos a los otros. Si te gusta este material, te agradecemos tu recomendación y calificación en cualquiera de las plataformas que nos escuches. Esto nos hace más visibles y nos motiva a seguir ofreciendo este material gratuito semana tras semana.

Un fuerte abrazo ❤