Amarnos radicalmente
Hola …. ¿Cómo estás hoy?
Espero que hayas disfrutado de tu sesión de Tapping,
El tema que nos convoca en esta publicación es crecer en amor a uno mismo.
La idea es poner en tensión la obsesión en lo que no quiero, en lo que no me gusta, en lo que no funciona, y en lo que no dura. Luego vamos a explorar cómo enfocarnos en lo que valemos, lo que sí somos, lo que sí tenemos, lo que sí queremos, lo que sí nos gusta y lo que sí funciona, y por qué es tan importante.
Puedes oír el podcast con este reproductor, o si prefieres la lectura tienes debajo una versión escrita. ¡Que lo disfrutes!
El miedo a no ser lo suficiente y a no ser amados
Si hay algo que me queda clarísimo por las interacciones con clientes y por mi propia experiencia, es que el miedo a no ser lo suficiente y el miedo a no ser aceptados, nos impide amarnos, no nos deja honrar a nuestro ser más profundo y recuperar nuestra valía.
A modo de estudio de caso y solo con el objetivo de aprender juntos de este ejemplo, les voy a contar algo sobre mí, y que seguro les va a resonar. Cuando era muy chica, influenciada por mi familia y la cultura, me compré la idea que si era buena alumna, iba a poder ir a una buena universidad. Si iba a una buena universidad, iba a conseguir un buen trabajo. Si cuidaba mi apariencia física, iba a conocer a alguien que me amará. Si los dos nos graduábamos bien, nos íbamos a casar y comprar una casa, íbamos a formar una familia y a triunfar en sendas carreras. Y aquí empezó el lío. Excepto por la parte de casarme y tener hijos, que es lo que mi instinto me ayudó a posponer hasta que fuera un deseo real y visceral, cumplí con todo el resto, con novios muy populares incluidos.
¿Saben cuál fue el resultado? Un desamor propio enorme, una profunda desazón por mi vida, una obsesión por todo lo que no quería, un mirarme al espejo pérdida sin saber quién era y un rechazo a ese malestar. No tenía idea de cómo paliarlo, ¿qué hice? Cerré los ojos, me puse en modo ocupación y logro de objetivos. Trabajaba hasta el cansancio, me esforzaba por hacerlo de forma impecable, juntaba reconocimientos, y salía mucho los fines de semana para compensar tanto bullicio laboral. Pero no funcionó. Mi dolor interno solo se acrecentó, seguí sintiendo que esa vida no era la que quería, no lo entendía pero no me amaba. La insatisfacción era total.
Cuando la mirada está puesta en el afuera
Aquí vamos sacando las primeras capas en el camino al meollo de este tema, cuando tenemos la mirada en el afuera y lo que se espera de nosotros, cuando nos matamos para ser perfectos para los demás, nos desconectamos de nuestra esencia y nuestras necesidades más profundas. Nuestro camino es único y nosotros somos quienes lo debemos diseñar con intención a nuestra medida y en nuestros términos. Jung, el psiquiatra y psicólogo suizo, lo dijo sabiamente “quien mira afuera sueña y quien mira dentro despierta”.
Encima, está la sensación de que como no nos sentimos lo suficiente, tenemos que derribar obstáculos y hacerlo todo excelente así el mundo nos reconoce. El problema es que aunque la población completa se rinda a nuestros pies, no nos vamos a amar porque vamos a depender constantemente de la aprobación del afuera. La palmadita en el hombro viene bien como adicional pero somos nosotros los que debemos amarnos total e incondicionalmente. No importa que títulos tengamos o si nos aprueban todos aquellos con los que nos cruzamos, lo importante es estar a gusto en nuestra propia piel. Es nuestro deber honrar nuestro ser, no por nuestras circunstancias, sino porque estamos vivos. Tal vez pienses que es arrogante celebrarte o que es egoísta amarte pero si te mueves con confianza en ti mismo y con las mejores intenciones, podrás compartir tus dones con el mundo con absoluta certeza y la tranquilidad que vas por buen camino.
Dificultad para estar con lo que uno siente
Si seguimos sacando capas aparece otro tema importante y es nuestro rechazo a sentirnos mal. Te estarás diciendo “normal, ¿a quién le gusta estar así?” Cuando algo no nos gusta, nuestro deseo biológico es pelear, escapar o congelarnos. Buscamos maneras de tapar, arrancar, y arreglar lo que se siente incómodo de forma desesperada. Es algo así como no aguantarnos. Ese malestar muchas veces se manifiesta en proyecciones hacia los demás creando una toxicidad interna insoportable. Sin embargo, cuando soltamos, que no es lo mismo que rendirnos, sino entregarse con confianza a uno mismo y a la Vida, todo se aligera.
Me acuerdo perfectamente de cuando era muy joven que lloraba y pateaba porque después de un tiempo en Londres, la falta de medios suficientes, me llevaron a volver por un tiempo a la casa de mis padres. ¿Cómo me iba a amar si la sensación era de rabia, retroceso, fracaso y victimización? No podía dejar de pensar en cómo me estaba pasando eso a mí que era tan buena y tenía tanto para dar. Lo recuerdo vívidamente, llegué al aeropuerto llorando a moco tendido y de repente, una paz interior se apoderó de mí. En el momento hasta sentía que alguien que no podía ver me estaba acompañando, no sé, no podría decirlo. Solo sé que no había nada que hacer en ese momento. Me abroché el cinturón del avión y descansé con la certeza que todo iba a estar bien cuando yo volviera a mi centro. Y así fue. La vida tiene momentos agridulces. El secreto es saborear e internalizar los buenos para estar más preparados para los difíciles. No hay recetas mágicas, a nuestra interioridad hay que cultivarla de forma deliberada con el alma despierto y lleno de amor. ¿Cómo es eso? Desarrollando nuestra atención plena en el momento presente, fluyendo, valorando las oportunidades de la vida, y buscando alivio con hábitos saludables para los desafíos. Eso nos devuelve al centro y en nuestro centro solo hay amor. Como dice el neurocientífico Rick Hanson,
“somos como el teflón para las buenas emociones y como el velcro para las malas”.
Cuando experimentamos algo bueno, hay que permitirse saborearlo, disfrutarlo, y hacer el ejercicio de incorporar esas emociones positivas porque nuestra manera por default es obsesionarnos con lo que no se siente bien. Pregúntate ¿Qué puedo hacer para ponerme de mi lado, para nutrirme, y para reclamar mi valía? ¿Qué necesita de mi atención y cuidado? ¿Qué necesito aceptar sin quedar pegado/a a esas circunstancias?
Aprender a tratarnos con compasión
Para ir cerrando me gustaría decir unas palabras sobre el concepto de auto-compasión que te ayudará a abrazar y amar quien eres visceralmente. Ante todo me gustaría hacer una aclaración. Hay una confusión sobre la auto-compasión porque muchas veces es interpretada como sinónimo de tenerse lástima y de una actitud de “pobrecita de mí”. Pues no, es justamente todo lo contrario, es tener el coraje suficiente para ver con claridad lo que nos acontece y atenderlo con amabilidad. Es tratarnos a nosotros mismos con el mismo amor que lo hacemos con nuestros seres más queridos.
Cuando aprendemos a relajarnos, a contactar con nuestras zonas vulnerables desde la afabilidad, la curiosidad y la ternura, despertamos del trance que nos machaca con la idea de que no valemos lo suficiente. Hay algo aún más hermoso en el concepto de auto-compasión y es que si bien tiene mucho que ver con la auto-estima, esta última está relacionada con una evaluación positiva sobre nosotros, que es el resultado de una apreciación propia o de los otros. A diferencia de la auto-estima, la auto-compasión no requiere pasar pruebas, simplemente nos ayuda a navegar los desafíos de la vida con cuidado, delicadeza y dulzura.
Vivir con bienestar
Cuando nos amamos sana y radicalmente creamos un campo magnético donde de repente, empezamos a recibir, a ver con claridad, a disfrutar, a amar con los ojos bien abiertos, y a aportar nuestro granito de arena para que este mundo esté mejor. Es un camino, no un destino, es un ejercicio, no un resultado, y es nuestro derecho de nacimiento.
Si sabes de alguien que le pueda hacer bien este blog, reenvíaselo e invítalo a suscribirse. De esa manera vamos tendiendo puentes que nos ayuden a vivir la vida más despiertos.
Un fuerte abrazo ❤