Asumo, luego existo
Hola …. Cómo estás hoy?
¿Te has preguntado cuantas veces alguien ha asumido que tu sentías algo al respecto de el/la y tú te has quedado anonadada porque sentiste que nada que ver? ¿En tu pareja te has sentido juzgado por algo que tú sentías neutralmente pero que a tu pareja le dolió horrores? Estoy segura que también has estado en el lugar de suponer y asumir y te has quedado enganchadx con eso. ¡Cuánto sufrimiento sin sentido! Pues, a ser más conscientes de esta conducta.
Puedes oír el podcast con este reproductor, o si prefieres la lectura tienes debajo una versión escrita. ¡Que lo disfrutes!
Yo crecí en una casa con dos padres muy diferentes de temperamento y que se profesaban un amor muy profundo el uno al otro pero donde los dos suponían y asumían que “tu padre me lo hace a propósito” y viceversa. Ni siquiera eran eventos importantes, eran nimiedades, eso sí … pilas y montones de éstas. Por ejemplo, mi padre un día se sentía bajito anímicamente y a mi madre, que en paz descanse, le gustaba mucho pasear, ver a sus amigas, e ir de compras. Total que para mi madre ver a mi padre con cara de nada en el sofá del salón era suficiente para que creyera que él no soportaba que saliera tanto y que quería que ella estuviera al lado de él todo el tiempo. Por otro lado, cuando mi padre la veía a mi madre muy ensimismada, algo que la caracterizaba porque su cabeza no paraba, suponía que ella se había enojado con él por no hacer las cosas como ella quería y que mi madre era inflexible. Total que este tipo de situaciones los llevaba a tener días sin hablarse, luego se cansaban y se amigaban pero ¡qué mal la pasaban entre medio!
Si has leído El Amor En Los Tiempos del Cólera recordarás los personajes del matrimonio del doctor Urbino y Fermina Daza. Esto de suponer y envenenarse está graciosamente descripto por el genial García Márquez.
Fermina Daza había soportado de mal corazón, durante años, los amaneceres jubilosos del marido (…) Lo oía despertar con los gallos, y su primera señal de vida era una tos sin son ni ton que parecía a propósito para que también ella despertara. (…) Lo oía rezongar, sólo por inquietarla, mientras buscaba a tientas las pantuflas que debían de estar junto a la cama.” Por otro lado, Don Urbino se sentía una víctima del mal humor de su mujer por las mañanas. “Alguna vez, en un juego de salón, le preguntaron cómo se definía a sí mismo, y él había dicho: Soy un hombre que se viste en las tinieblas”. Imagínense cuanto se hubieran ahorrado el doctor y doña Fermina si en vez de asumir que cada uno le hacía al otro las cosas para reventarle la vida, hubieran podido hablar de las cosas tal como son. Pero no, Doña Daza estaba segura de la crueldad del marido empecinado en despertarla, y éste a su vez, se sentía victimizado por el egoísmo y la dureza de ella, a quien le daba igual que se vistiera con torpeza en la oscuridad.
En todo tipo de relaciones, y diría que sobre todo en la de pareja por la cotidianidad del vínculo, suponemos y le adscribimos significado a situaciones que no nos resultan agradables. Una de mis clientas me comentaba que bastó que su marido se comprara una bici fija, para que ella finalmente tuviera el coraje de separarse. Claro, si lo leen así dirán, ¿pero qué tiene de malo que ese hombre quiera hacer deporte? El problema no es la máquina, el problema tampoco es que él gastaba su dinero en cosas que después dejaba abandonadas. El problema es que ella asumía que él era caótico y que no se sentía escuchada. “No le importaba”, “no me sentía respetada” me compartió. Y no es la única, también he escuchado otras retahílas de hombres o mujeres que me han contado cosas como “me regañó porque dejé los platos sin lavar”, “se enojó porque llegó y el niño aún estaba despierto”. No hay ningún problema con tener estos pensamientos. El problema es quedarse entrampado en las suposiciones de que la/el otrx me lo hizo a propósito porque “le doy lo mismo” o “porque no me escucha” o “porque no ve lo que me importa” o “porque disfruta dándome órdenes”.
¿Y cómo salir? 6 pasos prácticos
Ya sé que se están diciendo a sí mismos “si tal cual pero en el momento de calentura, no me puedo controlar y lx quierx matar”, metafóricamente hablando, claro está. Es por eso que tanto insisto con la pausa sagrada y es por eso que escribo este blog, para convidarles el trabajo que hemos hecho con muchos clientes y que funciona. Son 6 pasos prácticos basados en el Mindfulness y la auto-compasión:
Pausa para reconocer tus emociones en ese momento intenso.
Observa qué eventos dispararon esas emociones.
Nota el significado que le asignas a ese evento.
Diferencia lo que realmente ocurrió del significado que le estas dando.
Indaga en lo que realmente te está ocurriendo. ¿Qué hay detrás?
Reconfórtate en ese momento – sal de donde te encuentras por unos minutos, haz unas respiraciones profundas, toma algo, ponte las manos en el pecho y ofrécete confort.
Si te acostumbras a realizar la pausa sagrada antes de explotar, verás como las historias que te estás contando pierden intensidad y tus emociones se suavizan y hasta desaparecen.
Es muy importante hacer esto para poder hablar con la/el otrx de forma asertiva, calma y amorosa. Es tanto más fácil que nos escuchen cuando lo hacemos desde ese lugar. Tantas veces nuestras ideas limitantes (las historias que nos inventamos), nos impiden ver al otro ser tal y cual es. Una buena conversación hasta puede sorprendernos respecto de qué motivó a la/el otrx a hacer lo que hizo.
El doctor Urbino, Fermina y los 6 pasos
Cuanto mejor hubiera sido que la señora Fermina Daza hubiera podido pausar para observar que estaba cansada, que no había dormido bien, que se sentía frustrada y aburrida. La ira que le disparaban los ruidos que hacía su marido al buscar su ropa a tientas poco tenía que ver con él y tanto más con su propio malestar. Si tan solo le hubiera dicho “perdona mi amor, he tenido una mala noche, me quedaré un rato en la cama así se me pasa” o “disculpa, estoy aburrida pero no tiene nada que ver contigo”, el Doctor la hubiera podido entender. De la misma manera si éste hubiera podido preguntarle “¿amor qué pasa? ¿Podemos hablar?” en vez de irse de su habitación pensando que su mujer era perversa porque no le dejaba vestirse con tranquilidad, habrían tenido la posibilidad de dialogar. Ni el Doctor ni Fermina son personas malvadas empecinadas en hacerse daño, simplemente asumen y suponen que los significados que les asignan a los hechos son como ellos los ven y no hay nada más que hacer. Ellos no se permiten pausar para indagar que hay más allá porque tal vez duela tanto más que decir “eres imbécil/ egoísta/ desagradecidx”.
Vale la pena dejar de suponer y asumir porque nos traerá una mirada más flexible frente a la vida. El veneno que nos tragamos desaparecerá. Podremos dejar de juzgar tanto al otro y poder dar la vuelta en U para ver que necesita de nuestro cuidado.
Un fuerte abrazo ❤