Amor de pareja "ideal"

 

(inspirado en mi propia historia)

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Hola …. ¿Cómo estás hoy?

Esta semana quiero invitarte a hablar sobre el amor, no en general, sino el de pareja. ¿Hay recetas para que funcionen las parejas? ¿Cómo hacen esas parejas que sienten una pasión desenfrenada, se divierten y se apoyan en todo? ¿Pero es así, o es solo mi percepción de que lo perfecto está fuera?

Puedes oír el podcast con este reproductor, o si prefieres la lectura tienes debajo una versión escrita. ¡Que lo disfrutes!

 
 

El domingo pasado fue San Valentín, creo que fue lo que motivó este tema. La verdad, me siento un poco renegada porque cada vez que aparecen estas fechas, empiezo con las pegas. En realidad, ¿qué más bonito que celebrar el amor, verdad? No es esto lo que me hace ruido. Lo que no comprendo son las imágenes que nos venden los medios de parejas abrazándose y comiéndose a besos, con miradas fogosas y llenas de admiración el uno por el otro. Es un poco como las películas de Hollywood, del chico malo o la chica mala (por fuera, porque la peli nos muestra que por dentro son muy tiernos), que es perseguidx por un/a enamoradx. Este último sufre su amor, hasta que el/la que se hacía desear, se despierta de su trance, y de golpe, los dos empiezan una relación alocada, desenfrenada, romántica y “perfecta” (bueno, después de todo es una fantasía).

...ya no me hace ilusión...
...no lo aguanto...
...me aburre...
...ya no nos necesitamos...

¡Puff! será que eso busqué durante mis años mozos sin suerte porque a esa etapa inicial de mariposas en la panza, similar a lo que nos vende Hollywood, le seguía irremediablemente el “¿y ahora qué? ¿Transcurrió el tiempo y ya no es lo mismo? Entonces algo anda mal”. El tema de “la pareja ideal” que nos tiene que “gustar, satisfacer y completar” es perverso pero es el mensaje que nos vende buena parte del cine, la música, la literatura, la TV, y la cultura occidental en general. Es tan triste escuchar a alguien decir “me quiero divorciar, ya no me hace ilusión”, “no lo aguanto, me aburre”, “nos vamos a separar, ya no nos necesitamos”.

Yo estuve en ese lugar y sé a qué se refieren mis amigos y clientes cuando me comparten estas frases. ¡Y…Ojo! De ninguna manera estoy validando parejas que siguen a pesar de haber banderas rojas como las adicciones, los abusos, los desórdenes de personalidad y las diferencias irreconciliables de valores, no, ahí sí hay que cortar. Estoy refiriéndome a parejas sanas que pasado un tiempo se sienten perplejos ante el síndrome de “ya no… (Que cada uno complete)”. Me refiero a dos seres que se aman pero quieren tirar la toalla porque les dijeron que así como están, están fallados, cuando en realidad solo necesitan trabajar sobre sí mismos y juntos.

Cuando uno señala a otro, hay dos dedos apuntando a la otra persona y tres dirigidos a uno mismo. ¿Qué es lo que me quieren revelar? La mayor parte del tiempo, le exigimos al otro lo que carecemos nosotros mismos “ya no me hace reír” pero… ¿cómo va tu sentido del humor estos días?, “ya no lo deseo” pero… ¿cómo va la relación con tu propio cuerpo y tu sensualidad?, “ya no me da alegría” pero… ¿cómo vas con tu estado de ánimo? Demandamos mucho a nuestrx compañerx y nos ponemos en el banquito a esperar que nos den lo que carecemos. Sin embargo, cuando nos hacemos cargo y nos nutrimos, cuando nos sentimos enamorados sanamente de nosotrxs mismxs, es muchísimo más fácil poner las necesidades de nuestra pareja primero. Cuando nos sentimos completas, sexy, divertidos, realizadas, inspirados, podemos ofrecerle a la persona amada nuestra presencia más sincera, podemos escucharla sin juzgar, podemos darlo todo para que sea feliz. Solo hay querer aprender a amar, porque es un arte, como ya nos convidaba Eric Fromm.

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No podemos negar que el tiempo nos pone más críticxs, vemos los defectos del otro ser magnificados y deformados como en esos espejos de los parques para niños. Pongámonos en contacto con esa realidad, hablemos con respeto, y reinventémonos honrando el amor que nos une. Hay otras veces que le tenemos terror a entregarnos a otrx. Esto puede ser completamente inconsciente pero tanto porque ya nos lastimaron antes y nos protegemos así o porque tenemos pánico a que nos vean tal cual somos, erigimos unas paredes amuralladas donde al otro se le hace imposible entrar. Hay que ser valiente en el amor, hay que animarse a mostrarse vulnerable una y otra vez, hay que confiar para volver a empezar, hay que sanar mucho la autoestima para poder desnudar nuestra alma. Esto me pasó con cada una de mis parejas, inclusive con mi esposo, por suerte para los dos, y con mucha guía profesional, aprendí que mis miedos nada tenían que ver con él. Fui descubriendo que me costaba mostrarme en mi forma más íntima, y no me refiero sexualmente, porque eso era lo más fácil. Por suerte para los dos, lo conocí en una etapa más madura emocionalmente, más fuerte, con ganas de sanarme, y donde los dos habíamos sufrido y por eso elegimos crear un contenedor paciente y amoroso para el oleaje de emociones fuertes que se iban a avecinar (y que aún lo hacen).

Necesito dejar bien claro que de ninguna manera con mi marido lo tengamos todo resuelto, para nada, hemos tenido muchísimos desencuentros, desengaños, peleas y caídas pero lo que nos ayudó a crecer es tener siempre presente que nos amamos. ¿Qué había mucho que trabajar? Sí. ¿Qué los dos deseábamos reparar, curar, y aprender? También. La comunicación honesta, desde el corazón, sin tiempos, y considerada ha sido primordial para que funcione nuestra pareja. ¿Y saben qué más? El perdón. Poder ver al otro sinceramente arrepentido, sea el o yo, ha sido un catalítico para disculpar, dar vuelta de página, y seguir de la mano con ese aprendizaje nuevo. No se trata de ceder mis derechos, al contrario, si el otro o yo, metemos la pata, hay que dar la cara y explicar que pasó. Esto nos brinda la oportunidad de ponernos en el lugar del otro y ver que estaba pasando que lo llevó a esa acción, en general siempre la responsabilidad es de los dos.

Por último me gustaría terminar con algo que aprendí en coaching con Tony Robbins:

No es la falta de amor la que separa a las parejas, sino la falta de intimidad.
— Tony Robbins

Por intimidad nos referimos a alimentar la emoción y la sensualidad que trae el equilibrio de vuelta a la pareja. Lo que nos diferencia de la relación con amigos. Se perfectamente lo que se están diciendo “es que vivo cansadx”. Sin embargo, es más simple. Necesitamos reconectar con nuestro cuerpo primero, bailando, sudando, bañándonos largo y tendido, poniéndonos cremas, ofreciéndonos un masaje. Luego es tan simple como abrazar a nuestras parejas y decirles, tuve un día largo, solo pienso en dormir, ¿me das un ratito que me ducho, me desconecto y nos tomamos un vinito juntos? Y si hay hijos y se hace difícil porque se acuestan tarde, un merecido beso, y dormir haciendo cucharita es maravilloso para acercar los cuerpos.

Brindo por las parejas reales, que se aman en cada gesto, que se equivocan, se caen y se levantan de la mano porque tienen en claro todo lo que los une.

Un fuerte abrazo ❤