Receta en tres pasos solo para osados: ensalada de disfrute, y gozo, salpicada con mucho humor 😋

 
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Ante todo quiero confesar que he sido una preocupada serial – me preocupé por ser aceptada, por los exámenes, por mis relaciones amorosas, por no ofender a nadie, por conseguir un empleo, porque el empleo no me hacía feliz, por mi salud, por las entregas, por el que dirán, por lo que dijeron, por cómo me veía y la lista sigue y sigue. El problema es que tanta preocupación me robó muchísimos días de disfrute y gozo. Tomarse la vida tan en serio, nos trae aparejado estrés, nos saca potencia, nos quita creatividad, nos paraliza, y tiñe la vida de gris. Sin embargo, estoy segura de que si vinimos a este mundo, ha sido fruto de un proceso milagroso, ésta que veo en el espejo, no es solo un cuerpo, es vida en cada célula que me compone, lo más sensato sería estar disfrutando y festejando este regalo, ¿verdad?

Nadie quiere amargarse porque sí, lo que pasa que tomándonos las cosas a pecho, aplicándonos adustamente, y poniéndonos serios, tal vez no nos ha hecho felices pero a veces, nos ha servido - en los estudios, en el trabajo, en la vida de familia, y en nuestros vínculos.

Hay algo muy rígido en tomarse todo tan en serio, en ser muy formal o excesivamente responsable, como todo, el secreto está en el justo equilibro, ¿pero cómo lograrlo? Debajo tres ideas que se me ocurren pueden ayudar:

1. Cuestionar todos los pensamientos que nos torturan

“¿Es tan así? ¿Realmente? ¿Y sí es tan así, qué?”. Esto es fundamental para flexibilizar nuestra mirada y sin duda, es un ejercicio que requiere de mucha introspección porque ponemos a prueba nuestras creencias limitantes. Lo bello de esto es que descubriremos nuevos caminos y la fortaleza dentro para recorrerlos.

2. Reírnos de nosotros mismos y de lo que nos pasa

El sentido del humor se desarrolla cuando aprendemos a relativizar todo. No siempre es adecuado, pero tengo un ej. los días que le siguieron a la muerte de mi madre, yo estaba muy conmovida y triste, y le empecé a hablar, eso sí por las noches le decía “ni se te ocurra aparecer o dar señales ahora”. Y me reía en medio del drama, hasta sentía a mi madre riéndose conmigo.

3 . No tomarse las cosas personales

¿Cuántas veces nos hemos quedado enganchados en un comentario que alguien nos hizo al pasar? ¿Cuántas veces esperamos un llamado que no llegó y nos amargamos? Es un desafío, sobre todo para las personas sensibles, pero el ejercicio de desapegarse a los motivos del otro es liberador. Fulano no me llamó, pues debe haber estado muy ocupado. Me dijo tal o cual cosa, pues debe haber tenido un mal día (o directamente, perdonar en nuestro corazón y dar vuelta de página)

La próxima vez que nos pongamos circunspectos y que nos preocupemos, pausemos y preguntémonos si merece la pena, si podemos relajarnos, si podemos ser más compasivos con nosotros mismos, poco a poco, y si a eso lo salpicamos con humor, nuestra vida será mucho más rica.

Un fuerte abrazo ❤