¿Resistiré para seguir viviendo?

(Historia íntima y personal)

 
 

Hola …. ¿Cómo estás hoy?

El material de esta semana está basado nada más y nada menos que en una experiencia que tuve. Para estas alturas ya sabes que no soy partidaria de las caretas y de hablar desde un lugar de saber superior y superación.

El hecho de que dedique cada día de mi vida a especializarme en emociones, y a cómo sacar el máximo partido a vivir con bienestar por mi profesión y por mí, no significa que no tenga caídas, algunas con consecuencias grandes.

Puedes oír el podcast con este reproductor, o si prefieres la lectura tienes debajo una versión escrita. ¡Que lo disfrutes!

 
 
 
Elijo no luchar más, elijo no tener que estar en la trinchera resistiendo
— Georgina Hudson

Quiero compartirte un momento de total desregulación personal que me ha costado un esguince de tobillo y mucha auto indagación para reencauzarme. Te preguntarás porque elegí pícaramente este título basado en la bella canción de Dúo Dinámico. Honestamente, y seguro que te pasa lo mismo, elijo no luchar más, elijo no tener que estar en la trinchera resistiendo. Elijo aceptar mi realidad y fluir grácilmente con lo que me sucede. Cuando me pongo en pie de guerra con mis circunstancias es como echarle leña al fuego. Lo que me acontece se vuelve aún más grande y más complicado de gestionar. A ver si lo que me sucedió a mí, te ha pasado a ti también (o algo parecido, claro está) y cómo podemos volver a regularnos y estar en el centro.

Te confieso que…

Yo soy apasionada por naturaleza. Para mí es todo un desafío transitar el camino del medio aunque la vida me demuestre que tengo que aprender a hacerlo, y confieso que poco a poco lo estoy haciendo. Si a mí me gusta algo, quiero a una persona, o me comprometo a hacer una tarea, lo doy todo. En la jerga del futbol se podría decir que soy de las que transpira la camiseta, pongo mi corazón en la mano y lo ofrezco completo. A esto se le suma que tengo múltiples pasiones – amo leer, estudiar, escribir, socializar con mi familia y amigos, y trabajar cada semana con mis clientes. Tanto poner el alma en todo lo que hago a riesgo de no cuidar mi energía y no priorizar, y aquí me tapo los ojos porque sé que te dije que lo hagas, muchas veces me saca tiempo y espacio para hacer lo que me nutre y me regula. Al fin de cuentas, mantenerme en mi eje, me hace mejor persona y profesional, pero ¡qué desafío! Pienso que puede que haya algo en común entre tú y yo, y es un ritmo de vida de mucha vorágine. Ese amontonamiento de ocupaciones, muchas veces a gran velocidad, mandan a nuestro sistema nervioso a pelear, huir, o paralizarse. Nuestro cerebro siempre responde así ante el estrés. Antaño, los humanos que no guerreaban, corrían, o se escondían, podían perder su vida.

Un ejemplo cotidiano

Es sorprendente porque con tanto avance de la ciencia y de la tecnología, nuestro cerebro aún reacciona como lo hacían nuestros ancestros que salían a cazar y debían defenderse. Por eso, la gran actividad del cerebro frente a lo que percibe como una amenaza es adaptativa, éste tiene la gran tarea de mantenernos vivos. La pregunta del millón sería ¿por qué nos cuesta tanto relajarnos y disfrutar de unos momentos de paz cada día que nos devuelvan al centro? Como muchos de ustedes saben, hicimos una escapada familiar de unos días hace poco. Fue un viaje maravilloso, de mucha conexión familiar, y de muchas risas. En lo que a mí respecta, debo admitir que me fui de vacaciones sintiéndome feliz pero con muchos frentes abiertos para resolver a mi vuelta. Literalmente, dejé una pila de tareas y varios encuentros para mi regreso. Cuando volvimos a Barcelona la sensación que tuve fue la de tener la casa patas para arriba y la nevera vacía con muchísimos invitados a cenar ese mismo día. Me agobié y me recriminé mucho en silencio. En vez de disfrutar todas las puertas que se están abriendo en mi vida, algo se contrajo dentro de mí y empecé a percibir mi situación como una amenaza. Escribo esto y me pongo las manos en el pecho mientras se me caen las lágrimas porque la pasé mal. De repente, me encontré sufriendo y resistiendo, un lugar bastante común para mí en mi pasado.

Un accidente cotidiano

Es increíble como los humanos tendemos a desear algo con todo nuestro ser y al mismo tiempo, cuando lo tenemos nos da vértigo, o inseguridad, o miedo a perderlo. Estamos tan condicionados a luchar que cuando lo tenemos todo para disfrutar nos auto boicoteamos. En mi caso fue el cuerpo el que me anotició de mi reacción emocional poco saludable. De repente, se me durmió un pie, no me di cuenta, me levanté, y al no controlarlo, se me torció. Se me caían las lágrimas, no solo del dolor sino por saberme desregulada. Te preguntarás qué hice, sobre todo si estás pasando algo parecido, ¿verdad? Empecé por lo básico y lo más simple. Antes de emprender las tareas del día, agradecí, me perdoné, volví a mis rituales matutinos, simplifiqué me agenda, cancelé salidas, y como creo en un Bien Mayor, oré, y como sé que mi madre me cuida desde el plano en el que se encuentra, le pedí que me abrace. Empecé a darme ratos de descanso y auto cuidado de forma consciente. Me propuse tener la lucidez para dar lo mejor de mí pero no dejar mi vida en ello como suelo hacer por defecto. Al fin de cuentas, nadie espera que yo responda así. Yo crecí en una familia donde se hacía todo con unos parámetros súper altos y con mucha tensión en el proceso, pero mi historia no tiene por qué determinar mi presente. Esto es algo que tengo muy trabajado pero en el mundo de las emociones, nuestros estados van y vienen. El trabajo nos hace conscientes y nos ayuda a re-organizarnos pero la sanación emocional es un camino de toda la vida. Lo fabuloso es que nos vamos a caer pero con la ventaja de saber cómo levantarnos, nos vamos a perder pero vamos a entender cómo reencontrarnos.

Fluir

Dicho sea de paso, una de las herramientas que me está ayudando es el Flow. El estado de Flujo es el poder sentirse uno con todo, estar enfocada desde un lugar tranquilo, y hacer y crear con total confianza en el proceso. Si lees en inglés, te comparto un artículo que escribí sobre Flow la semana pasada. Te cuento que soy Coach de Flow/Flujo y que te puedo ayudar. Escríbeme y te cuento más.


Espero que te haya hecho bien esta reflexión. Si conoces a alguien que la necesite, reenvíasela e invítala/o a suscribirse. De esta manera nos ayudamos los unos a los otros, y crecemos juntos. Te agradecemos tu recomendación en cualquiera de las plataformas que nos escuches, ya que nos hace más visibles y nos alienta a seguir haciendo nuestro trabajo semana a semana.

Un fuerte abrazo ❤