¿Encajar o pertenecer?
Es un tema tan presente sobre todo en las etapas de la niñez y de la adolescencia, aunque nos puede acompañar toda la vida. Estaba acompañando a mi hijo a un sitio y el dando vueltas en el aire tal fuera un bailarín profesional pero no lo hacía con esa intención, se lo veía dando vueltas en el aire de la alegría, sintiendo ser la persona más libre del mundo.
Siempre admiré y me hizo reír su desfachatez, y también confieso que cuando era más pequeño temía que lo juzguen, que lo dejen solo, uno tiende a proyectar en los hijos las historias que ha vivido. Aunque yo siempre fui una niña buena, que se adaptaba y por eso, querida por la mayoría, no era de las populares, pero no molestaba, sabía que cualquier paso en falso me dejaba fuera de los grupos, porque veía lo que le pasaba a otros que eran tan excéntricos como yo secretamente lo era en mi alma. Por suerte, el trabajo sobre mi misma me ayudo a mostrarme tal y cual soy.
Mi hija, nació atenta, cómo un personaje de García Márquez, nació observando a las enfermeras que la alzaban en la sala de parto, hasta el obstetra notó ese rasgo. A ella no se le escapa nada, es un espíritu libre y a su vez guerrera, sabe defender su punto de vista con tanto respeto y con tanto amor, que me sorprende. No le importa no encajar si eso significa negociar quién es, pero antes te va a cantar las cuarenta y lo va a hacer asertiva y educadamente.
La maravillosa Brene Brown dice “Adaptarse es evaluar una situación y convertirse en quien se necesita ser para ser aceptado. La pertenencia, por otro lado, no requiere que cambiemos quiénes somos; requiere que seamos quienes somos. La verdadera pertenencia solo ocurre cuando presentamos nuestro ser auténtico e imperfecto al mundo, ésta requiere un gran nivel de auto-aceptación”
Ojalá nos animemos siempre a ser quienes somos aunque no encajemos en todo. Ojalá como padres alentemos a nuestros hijos a honrar su esencia y dejemos de proyectar nuestras historias y traumas en sus espíritus independientes ❤️