Tres maneras de calmarnos reconectando con nuestra Esencia

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Escribo esto inspirada en mi propia historia, empezando por la niña que fui y que veo en esta foto, tan inocente, curiosa, confiada, tal vez algo abrumada con tanta gente grande alrededor.

Recuerdo perfectamente que era muy vergonzosa, jugaba mucho sola. Luego las presiones exteriores me hicieron aniquilar bastante mi esencia para ser aceptada, querida, complaciente.

Pasaron muchos años, y mucha terapia, para que pueda desplegar las alas de mi vuelo y no el impuesto por las expectativas ajenas y auto-impuestas. ¿Qué hacer para reconectar con esa inocencia y esencia tan bella de cuando éramos niños?

Hay una enseñanza muy sabia de Thich Nhat Hanh que dice que tenemos que ser como una madre que está en la cocina y escucha los gritos de su bebé. Ella deja todo y va a consolarlo. Cuando la madre abraza a su bebé, su energía lo calma. Thich Nhat Hanh propone hacer lo mismo con nosotros mismos. Entonces:

  1. Cuidémonos como cuidaríamos a nuestro/a bebé. Tratémonos con afabilidad, paciencia y amor. Yo he sido despiadada conmigo misma, solo la autocompasión me ha sanado y aún me falta.

  2. Respetemos nuestros deseos más profundos. En mí, esa timidez que ya no siento, dejó sí, una necesidad de tiempo para mi sola a diario. En otros será bailar, viajar, cocinar.

  3. Pausemos. Hay un espacio de sabiduría que se encuentra solo en la pausa, el ajetreo de adultos nos vuelve más impulsivos. La meditación, la contemplación, la fe, una taza de té a solas, sabiendo cada sorbito, todo ayuda a reencontrarnos.

Dentro nuestro, a cualquier edad, nuestra esencia espera paciente que la abracemos, que la veamos. ¿Qué más haces para reconectar con tu esencia?