Lo que el tiempo se llevó
- experiencia personal -
Hola …. ¿Cómo estás hoy?
El tema de esta semana está inspirado en el paso del tiempo en mi propia vida y en reflexiones propias y de mis clientes. Yo no sé tú pero yo pasé gran parte de mi vida deseando que pasen rápido los momentos que me interpelaban porque pensaba que el futuro sería mejor.
Puedes oír el podcast con este reproductor, o si prefieres la lectura tienes debajo una versión escrita. ¡Que lo disfrutes!
Las frases típicas
Me decía, “no veo la hora de mudarme a tal ciudad”, “que pasen los finales, así tengo más tiempo libre”, “que termine el cole así ya empiezan las vacaciones”, “Que termine el proyecto así ya me dedico a esto otro”, etc. etc. Como esos ejemplos puedo darte mil. No me digas que alguna vez no fantaseaste con que tus hijos crezcan así eran más independientes, o tener cierta edad para independizarte de tus padres, o subir lo más alto posible en la escalera laboral para tener más reconocimiento o libertad financiera.
La semana pasada uno de mis clientes me soltó “para mí ya se terminó el año”. Yo lo miré desconcertada porque estamos a principios de junio, de hecho como no entendí, le pregunté a qué se refería. Él me dijo graciosamente, “junio pasa rápido con el cole de los niños que termina y todo lo que uno tiene que hacer antes que llegue el verano. Julio ya uno va cerrando temas porque en agosto se para todo y todo el mundo se toma vacaciones. Septiembre se reactiva la actividad y cuando menos te das cuenta ya terminó el año”. Este cliente ha tenido muchos traspiés este 2022 y es natural que ansíe que el año se acabe. Si hay alguien oyendo todo esto que no se siente identificado/a, que levante la mano por favor. Creo que si los tuviera en frente, no habría nadie con el brazo en alto.
Experiencia personal
Yo empecé a transitar el camino del mindfulness hace 12 años. Hasta ese momento mi vida era acelerada, variada, y hasta arriesgada. Vivía de desafío en desafío. A mitad de camino de un proyecto, ya tenía puesta la cabeza en otro. El tiempo se escurría entre mis manos como el agua porque tenía muchos proyectos de vida, académicos y laborales a la vez. El agobio que me generaba tanto que hacer me impulsaba a anhelar que el tiempo pase así iba borrando de mi lista las tareas que cumplir. Con la práctica del mindfulness aprendí a estar presente con todo lo que me acontecía día por día. Más de diez años después, sigo siendo una aprendiz pero mi ansiedad e impaciencia disminuyeron notablemente. Aprendí a contactar mi sabiduría interior y a observar mi experiencia interna. Esto me ha habilitado a responder a lo que me sucede, dejando atrás la reactividad y la impulsividad que me caracterizaban antaño. La Georgi de hoy está en las antípodas de la yo de hace 12 años. Decir que vivía corriendo es un eufemismo. Aún me acuerdo empujar el carrito de mi bebé, mientras hablaba por el móvil camino a hacer algún recado. ¡Cómo no iba a querer que pase el tiempo para irme de vacaciones! o en el ejemplo que te acabo de dar, ¡cómo no voy a querer que el niño crezca y vaya a la guardería! No entendía que la salida estaba adentro, no veía que necesitaba un cambio de mentalidad y de hábitos, y entonces idealizaba la idea que todo tenía que transcurrir rápido así me lo sacaba de encima lo antes posible. El tiempo me enseñó que estaba metida en un círculo vicioso donde el paso del tiempo no me iba a liberar.
Gestión del tiempo y gestión de uno mismo
La semana pasada cumplí 46 años y sinceramente, lo que más deseé es adentrarme más en el camino de la atención plena o el mindfulness. Quiero contactar la tierra con mis pies, quiero saborear mis días, quiero agradecer mis bendiciones a diario, quiero fortalecer mi capacidad de volver a mi centro. La vida nos va a demandar siempre porque estamos en permanente movimiento. Lo importante es no contraernos por el estrés sino expandirnos confiando en nuestras capacidades y abriéndonos a la posibilidad de que todo va a estar bien. Yo siempre digo que se habla mucho de “gestión del tiempo” pero muy poco de “gestión de uno mismo”. En vez de malgastar nuestras fuerzas deseando que pase el tiempo, mejor es cuidar nuestra energía para actuar con mayor lucidez y discernimiento. ¿Cómo? Priorizando, poniendo límites cuando es necesario, dejando nuestros parámetros imposibles de perfección y control, y honrando nuestra vida siendo fieles a nuestras necesidades más profundas.
Autocompasión y pausa
Me gustaría cerrar diciendo que es importante aceptarnos y abrazarnos humanos. La auto-compasión, que es la capacidad de tratarnos a nosotros mismos como lo haríamos con un ser querido, es fundamental para transitar el camino de empezar a vivir un día a la vez, conectados holísticamente al hoy. Habrá días que disfrutes y estés consciente y otros que estarás desalineado y desconectado. Se amable contigo mismo cuando eso suceda y vuelve a empezar. Esto me recuerda a la cantidad de veces que en vez de disfrutar bocado a bocado una comida, me la zampe. Si en esos momentos, no puedo percibir que ha sido solo un desliz, caigo en la auto-flagelación y se me hace más difícil volver a mis hábitos saludables. Y aunque parezca contraproducente, pausar, meditar, contemplar, y hacer algo que nos gratifique unos minutos cada día, nos ayuda a serenar la mente y a no perdernos en un futuro que, al final, es pura imaginación. Sobre todas las cosas, la calma nos permite ser testigos de los avances en nuestra vida, en la de los seres que amamos, de los cambios y características de cada estación del año, del encanto de la naturaleza, y cómo poco a poco vamos encontrándonos en cada despertar.
Espero que te haya gustado esta publicación. Si conoces a alguien que está muy acelerado/a y le venga bien, reenvíale esto y anímala/o a suscribirse. De esta manera vamos aprendiendo y evolucionando juntos. Te agradecemos tu recomendación y evaluación en cualquiera de las plataformas que nos estés escuchando porque nos motiva a seguir ofreciendo este material gratuito semana a semana.
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