Yo he sido el Patito Feo, ¿y tú? (parte 2)
Hola …. ¿Qué tal?
La semana pasada te comentaba (👉parte 1) algunas de las interacciones que tuve en mi vida que me limitaron e hicieron sentir muy pequeñita y defectuosa.
En esta segunda parte quiero compartirte una anécdota que tengo de cuando tenía unos ocho años y que hizo que mi auto-estima cayera en picada.
Puedes oír el podcast con este reproductor, o si prefieres la lectura tienes debajo una versión escrita. ¡Que lo disfrutes!
Georgina, 8 años
Un día pasábamos con mi madre por el frente del colegio a donde iba a clase y una maestra la detuvo a mi madre para charlar. Yo estaba acostumbrada a eso cuando salía con mi madre que conocía a todo el mundo y era muy simpática. En medio de la conversación que ellas tenían, la maestra me coge de las mejillas, las estira, y las mueve de un lado a otro exclamando “¡pero mira que fea que es esta niña por favor!”. No recuerdo si mi madre dijo algo, solo recuerdo que sonreía con dulzura. En cambio yo me sentí súper herida. ¿Cómo alguien podía ser tan cruel? Hasta ese entonces no me había detenido a pensar si era guapa o no, sí recuerdo sentir que mi mejor amiga lo era y más que yo. Esa interacción, sinceramente, fue suficiente para que mi auto-estima cayera en picada.
Solo de más mayor entendí que la maestra me dijo eso de forma chistosa. Sin embargo, cuanto dolor pueden generar las palabras dichas de la forma más casual. Cuantas veces has escuchado cosas como “con esa ropa se te nota demasiado el trasero/la barriga/las piernas de palito”, “no digas eso que queda mal”, “no te comportes como un tonto”, “las niñas no hacen esas cosas”, “baja la voz, te escuchamos igual”. Todos esos comentarios pueden dejar marcas que nos hagan creer que estamos muy flacas o muy gordos, que nuestro comportamiento es inadecuado, y que somos molestos. Lamentablemente, cuando somos pequeños, esas frases pueden ser mucho más pesadas de lo que nuestros pequeños hombros y joven psiquis pueda soportar. Y si encima eso nos lo dice alguien a quien admiramos o respetamos, ¡bingo!, nos tragamos las lágrimas y nos traumamos.
Contorsionarnos para agradar 🤸♀️
Cuando somos pequeños o adolescentes es muy difícil contar con la suficiente confianza interior como para que nos de igual lo que piensen los mayores. Ahí empieza el nudo porque lamentablemente, nos empezamos a contorsionar de mil maneras para agradar y para que nadie nunca jamás nos pueda marcar la “falla/falta” que creemos tener y que tanto dolor nos provoca. Es por eso que hacemos todo lo posible para que el veredicto de los demás siempre sea favorable para nosotros. No soportamos la desaprobación ajena. Justamente por eso, vivimos completamente al revés. Me duele decirlo porque así viví durante muchos años. No me sentía fuerte y entonces sufrí y permití que me hagan desde bullying por ser medio nerd hasta mobbing por no ser amiga de mis superiores. La buena noticia es que podemos conectar con el adulto sabio que vive en nuestro interior. Si tu crítico interno te está dando mucho trabajo tendrás que hablar con el arquetipo de la madre sabia de tu interior, que te dice, “te veo, se lo que duele, date un respiro, descansa”. Si tu pereza o miedo obstaculizando tu camino, será el arquetipo de tu padre sabio interior el que te diga, “te amo, te entiendo, pero es hora de levantarse, salir, y reclamar lo que es tuyo”.
Vivir de dentro hacia fuera
Siempre pienso en una analogía para estos casos y es que cuando dejamos que la mirada de los otros nos domine es como si estuviéramos en una coche y dejáramos que nuestro yo pequeño y ansioso estuviera al volante. ¿Tu permitirías que un niño conduzca mientras tú estás sentado en el asiento del co-piloto? o ¿encontrarías la compostura para decirle que se tranquilice pero que el/la mayor eres tú y por tanto serás quien lo llevará a destino? Nuestras emociones son partes internas que nos pertenecen. Cuando algo del exterior nos impacta tan fuerte que quedamos atrapados en sentimientos lacerantes es necesario pausar y contactar a nuestra esencia más lúcida. Cuando trabajo con mis clientes y les pido que hagan ese ejercicio, muchas veces me dicen que no saben dónde tienen esa parte más juiciosa. Es ahí cuando les pido que se hablen como lo harían con sus hijos o mejores amigos o con alguien pequeño al que quieren mucho. Eso es vivir de dentro hacia fuera, eso es dejarnos guiar por nuestra brújula interior.
Elige tus guías
Me gustaría recalcar también que donde ponemos el foco de atención va nuestra energía. Yo tengo que confesar que si me enfoco en el cansancio que siento por una anemia que aún no he curado, me voy arrastrando de un lado a otro y mi estado anímico lo refleja. Si en cambio me siento agradecida porque tengo yoga o voy a meditar o tengo un día por delante que me inspira, floto de alegría y energía. Mi profesor de neurociencias tiene una enseñanza maravillosa y es que provenimos del amor y tenemos que dejar que éste nos sostenga. Dentro nuestro hay una inmensa compasión, buenas intenciones, infinito cariño, y gran amabilidad. Esta práctica nos ayuda a expandirnos y a relajarnos en el amor que somos. Como él dice, esto no es un cuento de hadas; es real. Día tras día tenemos que escoger si nos vamos a dejar guiar por el miedo, la vergüenza, y la inseguridad por lo que digan los demás, o si vamos a dejar que nos guíen el amor, los buenos deseos, la curiosidad, y la valentía, que en definitiva son características de nuestro ser más despierto.
👉 Eres maravilloso, eres única, ponte de tu lado, no te traiciones, tu alma lo agradecerá.
Espero que te haya gustado este podcast en dos partes. Si conoces a alguien que le venga bien, reenvíaselo e invítala/o a suscribirse. Esta la manera más simple de ayudarnos los unos a los otros. Nosotros te agradecemos tu recomendación y evaluación en cualquiera de las plataformas que nos estés escuchando. Esto nos motiva a seguir ofreciendo este material gratuito para llegar a más y más corazones.
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