Cuando cumplir años no es necesariamente tan feliz
Hola …. ¿Cómo estás hoy?
Te cuento que hace unos días fue mi cumpleaños y me atravesaron tantas emociones que me dije “no puedo ser la única que está sintiendo todo esto el día de su cumpleaños”.
Tengo amigos y familiares que aman su cumpleaños y otros que lo aborrecen. Yo siempre fui de las que no quiere hacer mucho pero como tengo muchos grupos diferentes de amigos, termino haciendo algo grande donde todos son invitados. Este año ha sido muy diferente. Les cuento por qué y también los invito a transpolar lo que para mí ha sido la transición de un año a otro, a otras transiciones en sus vidas, esas donde se espera que estemos felices pero que de repente no nos encontramos tan así. Ej. Aniversarios de Pareja, Navidad y Año Nuevo, Fiestas de Fin de Año Escolar, etc.
Puedes oír el podcast con este reproductor, o si prefieres la lectura tienes debajo una versión escrita. ¡Que lo disfrutes!
Las transiciones son siempre desafiantes porque son el paso de un lugar conocido a otro que no conocemos. Lo desconocido suele asustar, lo que no podemos controlar suele generar ansiedad, lo que nos imaginamos sobre un futuro incierto suele provocar angustia. Enfatizo la palabra “suele” porque hay gente que encuentra la adrenalina y la aventura en el no saber estimulante. Yo en ciertos aspectos de mi vida también lo siento así, pero cuando de transiciones se trata, no tanto. La buena noticia es que aprendí a atravesar los portales de cada nueva etapa fortalecida por mis aprendizajes y eso es lo que me gustaría compartirte hoy. Pero volvamos atrás. Yo siempre he sido la típica que anda exclamando no quiero nada pero luego termina organizando algo bonito y lo agradezco con creces. Sin embargo, este año empecé a sentir cierto pesar a medida que se acercaba mi cumpleaños.
Desconcertada por mis nuevas emociones pre-cumpleaños, hice el ejercicio que hago siempre cuando me invaden las emociones desafiantes. ¿Qué siento en el cuerpo? Presión en la base de la garganta. Si tuviera que ponerle un nombre a lo que siento, como lo describiría “angustia ligera, confusión y también gratitud”. ¡Qué contradicción! Entonces invito a la auto-compasión y puedo abrazar la incoherencia emocional que muchas veces sentimos simplemente por ser humanos. Sigo, ¿Qué te estás machacando/creyendo/contando que te sientes así? Extraño a mi madre, extraño saberla viva, su muerte me pone de cara a la mía en esta mitad de mi vida donde ya no me pasa tan inadvertida. Ahí está la angustia, en el haber despertado de golpe a la finitud de mi paso por esta tierra. Me siento confundida porque tengo todo para ser feliz – un compañero de ruta que me acompaña en todo con su amor incondicional, unos hijos que son buenos, inteligentes, y divertidos, amigos de verdad, mi trabajo que me hace sentir realizada, entre tantas otras cosas. Respiro hondo, me llevo las manos al pecho. Ahí encuentro la gratitud.
Así seguí varios días, respirando hondo, meditando, escribiendo, y moviéndome más lento. Para mi ese ha sido uno de los secretos para escuchar mis necesidades más profundas. Intento conectar con la luz, el amor, y el calor de mi lado más despierto. ¡Otro momento de lucidez! Las inquietudes por este cumpleaños diferente me han desconectado de mi ser más tierno, esa desconexión es la que me turbó. Intentó volver a integrar mi ser más profundo con lo que más amo: el contacto con mis amigos y familia, mis tiempos a solas, la lectura, la meditación, el descanso y sobre todo mi fe. Para todos los que están escuchando esto y estén atravesando una transición les cuento que cuando hablo de fe no hablo de religión, hablo de la conexión que yo tengo con algo mucho más grande que yo, la energía que lo creó y crea todo, el amor más grande que hay, la abundancia absoluta. Me entrego a la certeza de que no estoy sola, jamás, porque esa ternura creadora tan grande atraviesa todo mi ser.
Poco a poco, mi malestar fue cediendo a la calma, y a la presencia que observa, que vive en mi y en ti, y que es nuestro lado más lúcido. Es nuestro yo que nos dice “te veo, se lo que estás pasando, tranquila/o, hoy esto te pertenece, te quiero, todo estará bien” Y de repente en mis meditaciones escuché las palabras mágicas “arrópate, mímate, celébrate”. Las lágrimas se apoderaron de mí, no eran lágrimas de tristeza, eran lágrimas de emoción. ¡Cuánto hace que no hago nada solo por mí y para mí! Me mire en el espejo para encontrarme aún más. Esa que veo es la suma de todo lo que he vivido, lo malo, lo bueno, lo feo, lo mágico, todo. Me dieron ganas de abrazarme. Sentí una tibieza que me recorría desde la coronilla hasta mis pies. Estaba haciendo las paces con mi momento. Entonces paulatinamente fui despertando del trance y entendí lo que ya se pero me tengo que recordar. Esa presencia amorosa que vive en mi es la única verdad. ¿Que si las cosas tienen que ser así o asa, sobre todo el día de mi cumpleaños? Patrañas. ¿Qué es lo que me importa a mí, a esta Georgina que no es ni el traje corporal que lleva puesto, ni su edad, ni sus títulos? Lo más vital para mi es que con cada año gane más libertad y más sabiduría, que crezca en amor y conexión profunda con los que forman parte de mi vida y con todos los clientes y alumnos que depositan su confianza en mí, y fortalecer mi vocación de servicio.
Se me vino Jorge Drexler a la cabeza “Calma, todo está en calma, deja que el beso dure, deja que el tiempo cure, deja que el alma tenga la misma edad que la edad del cielo” Qué alivio. Virginia Gawel, la licenciada en Psicología Transpersonal, que es el tipo de Psicología en la que me especialicé y sigo educándome, dice “todo lo que existe en el Universo está en expansión, está completándose. Así, con la Tarea que asumimos nos volvemos parte consciente de ese impulso universal. Saberse parte de la Gran Obra insufla Vida a nuestra vida, nos vuelve obreros de un Génesis que no ha terminado. Cumplimos con el Todo al cumplir con nosotros mismos” ¿Qué significa cumplir conmigo misma? ¿Qué significa completar un nuevo año? Vivir con más templanza y ecuanimidad. Imitar al junco que se dobla pero no se quiebra. Hay cosas que no las puedo cambiar, y yo que he sido siempre obstinada con mis deseos, tengo que soltar que este año mamá no está, eso duele pero ¿para qué sufrir? Si tengo tanto amor dentro y alrededor mío y además ella me cuida también, no sé de dónde pero lo sé. Abrazo esta nueva vuelta al sol para mí, no con la algarabía que lo he hecho otros años, pero con una profunda sensación de cariño interno por la que fui en todas mis etapas y que devino en la que soy hoy. Estoy tranquila ya que las emociones fuertes ya no tienen el poder de ahogarme con sus garras, si no que soy yo la que las miro, respiro, y les tengo la piedad que solo con los años les podemos tener.
Gracias por estar a mi lado en este cumpleaños, por dejarme entrar a tu casa, por dejarme entenderme mientras escribo.
Si sabes de alguien que está luchando con una transición, reenvíale este podcast. ¡Gracias!
Un fuerte abrazo ❤